Según Tzvetan Todorov me estaría dejando a otro grupo y no menor: los descendientes de las víctimas. Que comportan el mismo valor de las víctimas, con el beneficio y alivio de solo serlo a título mortis causa. Siendo el más numeroso, al abarcar continentes enteros, razas, sexos, religiones, es decir prácticamente toda la humanidad que alguna vez fueron víctimas de otros, igual de pretéritos. Como en realidad millones de víctimas verdaderamente cruentas están desaparecidas, y ya que se trata de sucesiones mortis causa, la condición de verdugo también se hereda. Así como el fraccionamiento de las víctimas lo es en grupos y subgrupos, y deviene por el padecimiento de variadas iniquidades, lo acuñado como interseccionalidad (negra, lesbiana, gorda, pobre… se suman grados entre peores); los verdugos, en cambio, son consistentes, de un solo tajo: blancos, heterosexuales y machistas-violadores. De donde proceden absolutamente todos los males, guerras, torturas, genocidios sin excepción ni atenuantes. Con la inteligencia de tener que invisibilizar y tapar bien Ruanda, Etiopia, Somalia, Camboya, China, Siria, Irak, Japón (antes y durante la II Guerra Mundial), etc. Dirimido entre ellos. Detrás de este nuevo culto surgido directamente de las universidades norteamericanas (las Lvy League) más prestigiosos están los guerreros sociales Woke. Lo que explica las recientes persecuciones antisemitas y el apoyo a Hamás violador y sádico, de quemados vivos y descuartizados. Los sobre el Wokismo se precipitan y ya hay dos que la califican directamente de religión Woke: La Religión Woke de Jean-Francois Braunstein, Religión Woke El despertar del supremacismo identitario de Enrique Rubio. La única sustancia o núcleo fundante y de legitimidad es la identidad y sentimiento de pertenencia: mujer, racializado, excolonizado, homosexual, trans, que dicen ser constructos culturales del hombre blanco heterosexual y violador, bajo estructuras sociales e ideológicas de opresión total, siempre viva, inextinguible. Es de tanta virulencia la guerra de los guerreros de la Justicia social, que la única legitimidad bajo el orbe, redonda, compacta, totalizadora, es la de las víctimas identitarias: no hay más, a ellas todas son reductibles. La cantante Rosalía no puede cantar flamenco porque no es gitana, un cómico blanco puede interpretar a Jesucristo, pero no a un negro, porque tampoco es negro, a lo que llaman apropiación cultural. Los derechos se ostentan en exclusiva con representación voluntaria, ampliada. En compartimentos estancos.
No es concebible ni deseable la libertad y moral individual, pero tampoco los valores universales de la Ilustración. La izquierda sigue su catecismo. Podemos, su valedor. Todas las ciencias, matemáticas, biología o física son literalmente machistas porque han sido concebidas desde el punto de vista del Satanás blanco heterosexual-violador. Para los que osen defenderlas: la cancelación.
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