Tengo la sensacion de que ya no tengo generacion ni aledañas, para poder compartir conversación o algo de entendimiento (en el fondo no quiero saber nada de ellas, apenas he estado en sus movidas políticas y de muy lejos, me interesa la moral política). La culpa de todo es la casa de Getxo, que me hace presencial, cuando no pensaba serlo en absoluto. Ahora cada tres o cuatro meses 15 días, tiempo suficiente devenido para asestarles un libro amoroso.
Uno tiene a su favor las casi nulas pertenencias orgánicas, posiciones esquinadas, fobia a las unanimidades, máxima caución con mayorías, coros y danzas, y siempre ha gustado definirse como merodeador de las periferias, aunque bastante menos que Peter Handke, uno de mis héroes.
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