Se lo expliqué a XY: es hora de reivindicar nuestro provincianismo de vocación cosmopolitan.
como bien dije sólo compré un libro de Patti Smith y un catálogo del Palacio de Liria. Anduvimos muchos kilómetros no obstante fuimos a la Cuesta de Moyano para dármelas de escritor intelectual de izquierda. Tampoco compré ni un libro, miraba los libros a distancia como si fueran radiactivos
Descubriría a Ruiz Gallardón, señora, hijo y nieto, tomándose todos unas dobles en la cervecería Santa Bárbara, hijo de un abogado de derechas antifranquista que estuviera en la cárcel en el 1956, con Pradera, Múgica, Dragó y Tamames, y él mismo un probo jurista muy preparado, no como el socialpopulismo analfabeto reinante de la Casa Sánchez -Galapagar.
Tras la visita la Palacio de Liria, larga pero interesante
Debe ser la edad, las calles y bares estaban saturados, no hay ruidos , sino estampidas de bisontes, bramidos, traqueteos, estruendos, un fragor sordo pero constante, tipo Manhattan, pero en lugar de sirenas se oyera a personas hablando en español de España magafónico, o sea, a gritos. Como están todos en la calle más se les oye alto sonorosSe me ve al fondo mirando libros pero sin tocarlos
Me podía haber sacado una foto bajo los cuadros de Heini Thysssen y Tita Cervera, pero no lo hice. ¿Por patriotismo? Pudo ser. O por provincianismo descuidado si no amedentrado.
La casa de la madre de Belen y Elena en Pozuelo. Todos amigos de Pozuelo de cuando jóvenes: no conozco a nadie. Fiesta sorpresa
- Soís todos de Pozuelo?
- Si de esta zona o de Pozuelo pueblo
-Pues no tenéis pinta de pijos, al menos aparentemente
- Es que no lo somos.
- Bueno, pero por aquí hay unos cuantos pijos, estadísticamente hablando
- Están en la Finca, donde los futbolistas, Somosaguas...
Encuentro ominoso. Estamos tomando un café en un terraza de la misma plaza Alonso Martinez y vemos pasar a un pelado con camiseta blanca metida por el pantalón que le abomba un poco el abdomen, cuelga como un moderno de Chueca una cartera anodina cruzada por el hombro. Es una mezcla patética de sindicalista patán y grotesco, tras noche de impulsos lujuriosos culminada en fracaso, con californiana de mucha clase, desenvoltura y estética. A la que le ha comido la oreja con que sale mucho por televisión, tras invitarla a mucho marisco sindical. A ella y sus amigas, de Santa Bárbara. Es Unai Sordo
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