viernes, noviembre 25, 2016

Sevilla tiene un sonido especial

Sevilla básicamente tiene un sonido especial o una suma de sonidos  especiales. Esto lo escribí en el hotel de Sevilla ayer o anteayer, pero resulta que hace unas pocas horas que he regresado a Tenerife y ¿quiénes venían en el avión, han entrado muy vip los últimos y se han adueñado de la primera fila? Pues Los del Río, de Sevilla tiene un color especial.
Llegué a Santa Justa el miércoles pasadas las  6 de la tarde. El taxista de 41 años (hablamos en el trayecto sin descanso) me dice, al ir a abrirme el portamaletas, de golpe: “¿Qué tal, hombre, cómo andamos? No puede ser, esto no es real. E inmediatamente nos contamos nuestras vidas, milis, borracheras… hubiera ido con él hasta Utrera, Lora del Río o donde fuera. El cielo azul pálido, amarilleando y raso a punto de desvanecerse  como si quisiera infundir melancolía, las luces ya encendidas  hacen resaltar su despedida, al sur unas  débiles nubes  de color sepia sirven de contrapunto.
Por fin estoy en un hotel con minibar lleno. Salgo raudo y hago mi procesión por los santos lugares, termino Sierpes y entro en el Laredo, donde conocí a XY.
Acto seguido constato que Sevilla tiene un sonido especial o sonidos especiales, como escribí al volver al hotel.
 Son estos: el de los pasos de caballos de los landós, el rumor siseante  con  el suave aviso campanil de los tranvías, y los timbres de las bicicletas. Esta Amsterdam del sur, de similar bienestar y mucha más vida, muestra un nuevo don de embaucamiento, el embrujo de  sus mujeres, que ya no son aquellas bellezas castizas y raciales de las latas de aceite. No puede haber en el mundo chicas más guapas, modernas, tan bien vestidas,  atrevidas, seguras de sí mismas, princesas. No es describible tanto encanto. Visten abrigos, chaquetas, zamarras, tres cuartos como militares, llevan bufandas, fulares, pañuelos;  gorras las menos, a la espalda mochila, o maletines, o bolsas en bandolera. Todo destreza, naturalidad, belleza. Las ves en ese dédalo que es el casco viejo mayor de Europa, que es el de Sevilla,  de noche, solas con sus bicis, determinadas, seguras, independientes.
En el único lugar del mundo donde creo la socialdemocracia tiene futuro es en Sevilla, todo lo indica sin la más mínima duda. El nivel medio es altísimo,  la gente llena las calles, el comercio cierra tarde, la sociabilidad se palpa como el gusto por la vida, la modernidad se muestra como fenómeno natural,  el  cuidado de calles, edificios, equipamientos, comercios... Es muy entretenida para caminarla, es una ciudad con fauna, tiene tipos llamativos, singulares, con biografía o genealogía. Muchas tiendas de sombreros, abanicos, imaginaría religiosa, de enmarcación de cuadros…
Sevilla es una ciudad monumental,  y muy  pocas  lo son. Pensaba lo que definiría la monumentalidad, París lo es, pero no Londres. La primera percepción la ofrece  las dimensiones grandiosas de los espacios, las avenidas, los parques, jardines, palacios y nobles  edificios tienen una escala muy superior, y son  fundamentales las perspectivas, que las haya. Andar Sevilla, incluso de noche, por las grandes avenidas, entre sombras con la vegetación atravesada por  puntos de luz titilante,  vegetación que se desborda por los muros, o que se alterna con los faros de los coches,  estudiantes que salen de sus clases, los modernos autobuses rojos, las bocas del metro, los tranvías y siempre las bicis zizagueantes, silenciosas, montadas por raudas amazonas. Cruzo mis puentes, me adentro en Los Remedios y atravieso Triana.
Ayer a la tarde estuve viendo un buen rato a unas bailaoras, guitarrista y cantaora en la Puerta de Jerez, hasta que se fueron. La que cantaba era una monada, tenían un pequeño tablado. La letra era muy sugestiva pues iba de una “morenita y pobre”, que le iba al hombre  a buscar a las tabernas, le llamaba borracho,  que era un ruina, que se pasaba bebiendo en las tabernas de la noche a la mañana, también contaba cosas de pescadores y de un disparo en la arena (superimagen).
Horas después sigo en Sevilla anímicamente. Hoy como era la predicción, llovía, (hubiera estado hasta mañana si no)  el taxista amenísimo, me ha contado muchísimas cosas, hemos pasado por el hospital de la Macarena y por el cineclub adonde íbamos. En el aeropuerto  he visto despegar al Airbus Beluga uno de los mayores  aviones de transporte del mundo, no parece ni que pueda volar, pero se ha elevado en mucho menos espacio que nosotros, los del avión de Los del Río. Han bebido vino, el moreno creo que dos unidades. Muy habladores. Tienen más perfil de humoristas que de cantantes. Como que son sevillanos o alrededores.


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