Por primera vez los primeros en llegar a la tertulia
Mácaros, fuimos mi hermano y yo. El Sitio me manda 4 libros de las conferencias celebradas y ahora publicadas desde 2013-2015 entre las que están las nuestras. Según mi hermano dos años o así después, es su conferencia de lo mejor que ha leído sobre Wagner. Yo
prudentemente no he leído la mía, por si las moscas. Luego llegó el
anfitrionazgo y ex doctor Harris, que
había actuado con su banda de música de San Andrés (no entiendo nada), luego el catedrático y más tarde
Alexander. Tocaba Giorgio Agamben, dos datos: discípulo de Heidegger y traductor de Walter Benjamin
al italiano. Lo que se nota una barbaridad, para muy bien.
Antes yo me resistía a salir de casa porque estaba viendo en
Informe Semanal sobre esa bestia de Fidel Castro, el señor duque del latifundio.
Evidentemente no hablamos durante la cena de Fidel, y sí de
Trump, por ejemplo. Simplemente no salió, lo que no deja de ser significativo.
Vine de la Península (tampoco pintaba mucho) para el Oliver,
pero lo hubiera hecho igual desde China.
Nos lo pasamos muy bien, y se cumple el fin intelectual, lo que podía ser un coñazo más/menos infinito, es un mezcla perfecta por armónica, del tono distendido, amistoso, humorístico con el propósito ilustrado. Alcanzamos nuestros objetivos, porque
los cumplimos, pasándolo muy bien.
Grandes noches. De no ser por esto, no se aguantaría veladas intelectuales
tanto tiempo. Los neoliberales repelidos, tan doctrinarios, sabihondos,
concienzudos, que se toman tan en serio a sí mismos, esos marginales de la
política y la realidad (enemigos de
clase míos, estos son más recíprocos) hacen desayunos para beber mucho café y mantenerse despiertos.
Un camarero, ya nos saludamos como colegas, me llama José
María que además conoce mi apellido, me deja perplejo, incrédulo... y satisfecho. Saben de
mis artículos. Yo de joven, no sé por
qué, admiraba a los que eran conocidos, sin pensar que lo fueran en absoluto.
Creo que eso me pasa ahora a mi: me deben conocer mucha más
gente que a los que conozco yo. Esta sospecha se cumplió ayer. Recuerdo que
hace muchos años me dijeron dos personas que era más conocido de lo que creía.
Me había leído dos libros de Agamben, uno lo tenía- aunque de
aquella manera--, pero no el acordado. En el salón de las copas y el debate me reservé para el final. Mis Agamben no tenían que
ver con el que habían leído ellos. El
catedrático me alabó.
Resulta que Alexander
es un tipo del que cada vez se descubren más cosas. Como es abogado, me extrañaba que fuera tan
ilustrado, no encajaba en absoluto. Mi
hermano me contó que había estudiado Historia en Viena. Ah, ahora lo entiendo.
Le clasifico finalmente de intelectual, superados mis prejuicios, y a preguntas
mías resulta que también hizo historia y periodismo en España.
Ayer me contó que
estudió con Herman Tertsch en la Universidad de Viena. No jodas. ¿Cómo era? Pues bastante sobrado y
provocador. Alexander empezó filosofía y pasó a Historia e Hispánicas, allá estaba Tertsch. Hablaría muy bien
alemán, sí, me contesta, además había
estudiado en el Colegio Alemán de Madrid. Pero como era
hispánicas hablábamos en español. Estuvo un año
1 comentario:
Buena cena. Ambiente distendido y agradable. Discusión intelectual, risas, algunas puyas, ... Se aprende mucho escuchando gente tan leída y viajada. Lástima que me tuve que ir tan pronto. Además el próximo autor promete.
Salud EDH
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