Seis horas ha necesitado Agapea para disponer del único
libro que no tenía. Había quedado con mi hermano en Agapea antes de las 13 horas, quería
comprar a Agambem en principio. Antes me había llamado Alexander, tenemos
Oliver el 26, más motivo entonces.
Resulta que no aparece, le escribo el nombre (mal) y que no
hay, lo corrijo, tampoco. No puede ser:
es un pensador de plena actualidad. Donde lo busco, pregunta. Pues en filosofía,
ensayo… No sale. Tiene que salir. ¿Y en sociología?. Mira, a ver. Tampoco. Hasta
que aparece Desnudez. Llega mi hermano que se filtra en la conversa por detrás,
cuando estoy pronunciando una zeta y les dice que soy de Bilbao. De repente me acuerdo
de libros recién publicados que me gustaría comprar: Iñaki Ezkerra (ahí
estaba la zeta, y el
libro) y pregunto por el último sobre Carl Schmitt. No aparece. No es de
él, sino sobre él. Qué más dice el título. Hago memoria: algo de España. Una dependienta
dice el título. Cómo es que lo sabes, le interrogo maravillado. Porque lo ha
pedido un cliente. Me sorprende el interés que tengo por conocer al que lo ha
pedido. Si lo viese comprar, lo abordaría. Ya esto de los libros, por lo menos
de pensamiento (aunque también según quien de ficción) es como algo de
iniciados, conjurados.
Antes he mirado por el Sáhara, Marruecos, historia,
moriscos… nada. Pero por fin la visita a una librería ha resultado.
Nos encaminamos al Atlantic, le digo a mi hermano ¿Qué te parece
lo informal que visto? Voy bastante sumamente. Va y me contesta: Pareces un
jubilado de Baracaldo. No es cierto en absoluto, en todo caso uno de esos
etarras que se han tirado en la cárcel 25 o 30 años, y salen con el desaliño de
su juventud, como si en esa fase re-continuara su vida o allí hubiera permanecido. A lo que se une, no haber realizado el tránsito natural de la vida (retos, condiciones...) , y
hayan de permanecer en el momento previo a las batallas (curiosamente las de
verdad) y lances de la misma. Mi caso no es parecido: es el eterno
retorno, del primer Nietzsche.
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