domingo, octubre 02, 2016

Burguesía y monjitas sobrevenidas


Se alineaban a la izquierda una hilera de coches de gama alta, hasta un Porsche  que se levanta solo del suelo unos centímetros y parecía diseñado para el cine: el coche que logra atravesar un camión por debajo sin perder el techo. De todas formas mi coche preferido es el mío, porque es coche experimentado, libre porque ha tenido más dueños, bohemio e informal, adulto por  emancipado completamente de las cadenas de montaje incluso de su propia marca. Es como mi guante.
Pues si hay tanto coche, a ver que boda hay dentro. Ninguna.   Pero está  le charme discret de la bourgeoisie . Todos tienen pinta de ricos y parecen  contenidos y aburridos. Igual después en casa se toman un güisqui, se ponen ellas la lencería, ellos el gimnasio enhiesto, las ritualizaciones… y cambia la cosa, pero hasta donde se ve, nada  que presagie fuego. Parece la cúspide local de la burguesía sometida a  estrangulamiento por escasez de componentes. Pues no, apenas se saludan, ni se conocen  -¿serán tantos?- o sucede que están enojados entre ellos. Si se saludan lo hacen con cariño. Luis por ejemplo lo hace, pero tipo cuerpo diplomático y eso que le saludan como si fueran primos o compañeros de colegio, o una que estuvo secretamente enamorada de él. Ex doctor Harris saluda a alguien estilo muelle despidiendo a familiares que van en barco. Pienso que  igual ese alguien está interpretando que quiere que se vaya. Nosotros no por el cerco de mesas -lo habitual es que estemos solos- declinamos nuestros modos y verbalización de elite intelectual. Nos desparramamos con registros de violines, bibliotecas de lomos de cuero y chimenea,  somos los Porsches claramente porque emanamos  verdadera distinción. Yo me topo  con funcionarios clase "A" Administración central/local que nos omitimos, yo con más naturalidad,  costumbre e incondicionalidad que intuyen. Mi único plato crea adeptos. Mi hermano se toma la consuetudinaria tortilla de patatas, que esta vez no  es de Mercadona y hace del comer algo rutinario ¡por fin!
Al parecer no ganamos asociados por mi culpa, nadie gusta repetir. Creo que en el fondo lo preferimos. No parece que me quieran echar sin embargo. A mí, si quitamos bares en la juventud, nadie me echa, siempre soy yo el que se tiene que ir.
Los intelectuales Mácaros se han leído a Jung, llegan con su libro. ¿Bien? Parece dudoso. Les viene al pelo para disolver -su cuerpo teórico lo propone- todas las aporías y paradojas. Bueno...Algunos lo han resucitado para hacerle vivir en su propia psique. Jung les sirve de botiquín de urgencias o cantimplora si van de excursión.
Mi hermano, la persona respetada por todas las elites (intelectuales, culturales y profesionales), que he descubierto le define, acalla toda especulación ciega cuando dice que la hibridación del homo sapiens con los neandertal se produjo en Europa y los blancos tenemos un 5% de ellos –pero vascos, no, le espeto;  vascos también -, sólo  en África no tienen ascendencia de aquellos homínidos desaparecidos por inadaptados, con los que me identifico plenamente. Más después de las monjitas.
En uno de los salones  de arriba se produce la emergencia de la sombra, el lado oscuro, el arquetipo materno y se convierten dos de ellos en monjitas en clase de urbanidad, costura, y prescripciones morales elementales. Vergonzoso. Yo he arremetido contra uno de mis enemigos de clase cubriéndolo de denuestos, improperios, pirotecnia,  verbosidad ardiente, riqueza expresiva, rompedora, paráfrasis imaginativas y dos  monjitas muy influidas de padres y colegio  me reconvienen y pretenden disciplinarme. Sí, cierto, pero en nombre de quién, de qué esquemas y moral, por qué no son capaces de prever que el trato que dispenso a mis enemigos de clase, ignora por estólidas esas exhortaciones monjiles, sus pobres esquemas de gente de muy poco mundo. Por quién me toman ¿por sus educadores, por sus superyós nunca elaborados, sus esquemitas interiorizados en lejanas comidas familiares, lo oído a sus madres con claro propósito educativo…? No jodáis, hombre. Fue algo insólito. No me imagino a ninguno de mis grandes amigos de cualquier época atreverse a reconvenir moralmente –ese tipo de gente era la que teníamos enfrente-, al revés, riéndose y estimulándome, divirtiéndonos.
Le entiendo más a nuestro catedrático febrilmente movilizado para que no llegaran a mi poder las fotos en los que tiene los ojos cerrados.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nos lo pasamos muy bien.

Faltó uno delosmomentos cumbre:el billete de 50 euros volando por encima de la mesa. Sr. Lizundia, Sr. Lizundia, 2 billetes de 20 +1 de 10 depositados encima de la mesa , no puede compararse al vuelo ostentoso del billete de 50.

La crónica sorprendentes muy ajustada a la realidad que prosiguió después de que usted se fuera. Hay una tertulia que usted no conoce, la que todos pueden participar. Aunque tengo que reconocer que sin usted no es TAN DIVERTIDA.

Salud, EDH, una de las monjitas.

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Una tertulia que yo no conozco y en la que todos pueden participar. Vale. Faltaban los santos, no se trata de dejar a las monjitas solitas. O al temeroso catedrático de fotos con ojos cerrados.
usted sorprendentemente no fue una de las monjitas,fueron dos, que no lo he puesto de una cursilería atroz