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s=jose+maria++lizundia
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El sábado aprovechando unas pequeñas obras del vecino,
arramblé con todos mis libros jurisperitos empedrados, y me fui al punto limpio dos veces donde los lanzaba uno a uno si eran tochos.
Encestaba siempre porque era fácil y
gozoso. Era como dejar la adolescencia, mentir, ocultar (o dejar de hacerlo), ser
adulto en definitiva. Volvía y en el habitáculo quedaban los grabados, el mueble de época vacío
esperando ser rellenado con algo que nos
conviniera mucho más a los dos,
que estuviéramos cómodos, auténticos. La definitiva y terminante clausura de una época no va a ser fácil, porque queda mucha papelería e inercias. He
llegado a fantasear por primera vez en mi vida con traer a algún oriental para purificar el espacio
con humos y aromas, y borrarme.
Al hilo de esto he ido a comprar el periódico a la
gasolinera. Todos son amigos, pero hoy estaba
la cubana y he recuperado consonancias básicas con mi nueva vida:
playeras sin calcetines, pantalón
corto, camiseta con toro, chubasquero comprado en Gernika. Días
sin afeitar. Me he acordado de mi madre, que me hubiera censurado. Mi vida empieza a establecer correlaciones y coherencias
simbólicas.
He llamado al Niño, que está en Madrid y va
a ser mi prologuista de lujo de
mi próximo libro. No creo que haya trabajado
más en ningún otro. Escribir sobre el sindicalismo y laboralismo era hacerlo en
el vacío, al margen de una comunidad de opinantes, de debate y puntos de vista,
en definitiva, de posibilidad de intelección e interlocución. Aunque no habían
leído mi último libro, las preguntas de la presentación ya demostraban la
inviabilidad de un campo de hablantes y controversias. Lo que había comprobado
durante décadas. Fue un reto: ser capaz de escribirlo, que es como lo plantee.
El Sáhara y Marruecos es muy distinto, ahí si hay debate
pugnaz y los actores ahora son mejores porque se ha incorporado el frente
académico del Polisario, tan geniales como sus primeros amigos: los militares
de una dictadura colonialista escarnecidos por la “traición, huida, entrega, claudicación…”
(¡qué van a decir los militares!).
Resulta que en Morocco Tomorow tengo mi página, descubierto
ayer, como en Chile.
E que ya está en Ambon, Las Molucas. No representa a los
hispanos del grandioso sistema político del no es no, sino a la primera
democracia del mundo de las barras y
estrellas.
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