domingo, octubre 30, 2016

La furia del odio

No tengo  la menor duda  de que Franco fue  a quien más he odiado. Lo odiaba a muerte. Me parecía que más que los que tenía alrededor, que se han mantenido todas   sus vidas  más o  menos donde  siempre (terminando en el redil del PSOE). Left for ever.
Franco  en relación a los grandes dictadores de la humanidad  ocuparía casi el lugar de las universidades españolas habida cuenta que era una guerra civil y a quien tenía enfrente. Si no somos analfabetos en  política tenemos que distinguir lo más elemental: la República y su linda  constitución de la composición y relaciones de fuerza del Frente Popular, es decir  el PCE, el sector  radical  y  pugnaz  en la lucha de clases del PSOE de Largo Caballero, la URSS y sus comisarios políticos, CNT, FAI, UGT, milicianos, las juventudes socialistas del paracuellista Santiago Carrillo   y demás que ya se habían sublevado contra la república ¡5 veces!, la más cruenta la Revolución de Asturias. No es que sea falso, sino absurdo decir que la República luchase contra Franco, quien lo hizo fue el Frente Popular, con todo su elenco democrático e inclusivo  que luchaba para tratar de admitir a la derecha, al otro, vecino, familiar como parte del conjunto de la nación. Básicamente ansiaban de manera muy enfermiza una república que incluyera a todos los españoles, pero sin una sola excepción, y con  todas las ideas. En otro caso por qué iba a ser la gran alternativa al régimen del 78. ¿No lo hemos pensado?
Desde hace unos años sé, que puestos  a elegir barbaries, la del Frente Popular hubiera sido bastante más sangrienta y criminal, sin duda, que la de Franco, de aquí a Lima. La República es todavía  la gran promesa de limpieza definitiva de un país auténtico sin obstáculos para alcanzar la felicidad, obviamente previa supresión o desactivación de derecha y disidencias. Ayer el Congreso fue otra grandiosa prueba más.
Mientras la socialdemocracia está sin alternativa alguna a nivel europeo y mundial, no hay teorías, autores,  alternativas, líderes, programas sino meras reorientaciones sociales del conservadurismo de escasos ángulos, el PSOE desde Zapatero  ha patrocinado el odio. Solo el odio, y  en un país muy predispuesto. El odio político contra el PP y la derecha, media España, la exclusión con el cordón sanitario, el pacto del Tinell, la propaganda reiterada de ZP siempre con la DERECHA EXTREMA, y de acusación de soledad  y aislamiento,  resaltando  la indisposición y rechazo unánime del cuerpo político, su ilegitimación permanente asimilándolos  con el franquismo ya que eran los hijos La santificación de la república como paradigma de confrontación radical y exclusión.
Yo entendía que gente del nivel  de ZP, Aido, Pajín, Pepiño Blanco, la It-girl Teresa de la Vega estuvieran en esas cruzadas  y trincheras era comprensible, no eran ellos los que iban a encauzar a la socialdemocracia, podía ser que tampoco supiesen muy bien que era eso, pero que los Felipes, Guerras,  Leguinas no rompieran bruscamente me reconcomía. Me dijeron que Solchaga los ridiculizaba.
De ZP desciende Pedro Sánchez y toda la patulea, el No  es No, esa falta absoluta de pensamiento, de diálogo, de rubor intelectual mínimo. Todo es rebaño infantil, ignorante, trepa, es herencia de ZP.
 El nuevo proyecto de Sánchez es refundar un PSOE autónomo y alejado del PP. A-le-ja-do del-pp. Qué ridículo, estúpido, cortito. Cuánta ambición de análisis e ideas. Solo aprioris de exclusión, de mera  contraposición,  negación sin una sola propuesta, alternativa, debate, profundización en algo.
Pero por primera vez en los últimos tiempos no me siento solo, frente a un mundo radicalmente hostil o ausente, porque la palabra que por fin más se escucha es  ODIO. El odio (la negación radical) como el gran activo político y  elemento central. Por fin se pronuncia como un estallido policéntrico de diagnóstico. Cada vez que lo oigo, me reconcilio un poco con este país. Ya ha costado. Nadie que sepa ha relacionado  el puñetazo a Rajoy con el que ayer recibió en un bar de Bilbao el presidente de Nuevas Generaciones. Eso yo no lo he conocido. En Bilbao en los peores años del franquismo y de la Transición, no pasaba. Celebramos el asesinato de Carrero Blanco encerrados en una casa y en el frontón de Biarritz atestado de todo el exilio terrorista y seguramente con sus autores, tirando jerseys o cazadoras al cielo del frontón. Al menos el enemigo de  clase era el Régimen, no los paisanos franquistas. Una cosa es el terrorismo y otro es el odio, esa inoculación individualizada que aparece exigida por un inmenso coro imperativo, como  virtud pública, que está en la opinión común y es alentada desde arriba. No es culpa de Bildu como ha dicho el PP; los abertzales y mucho más radicales han gozado de muchas mejores épocas y perspectivas. Esto es odio, y el terrorismo o la kale borroka otras cosas. En ninguno de los dos casos de agresión hubo o se profirió  consignas políticas. Tiene razón el llorón marido de Begoña Gómez: hay que alejarse del PP no vaya a ser que te suelten la hostia a ti también 


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