sábado, enero 09, 2016

Uno de los libros que me trajo mi hija


Mi hija me trajo  el libro  "El maestro y Margarita". Además de uno de artículos periodísticos del director del New yorker, el periódico que elegiría yo para acceder directamente a la gloria. En España, la 3ª de ABC, donde fue citado el Niño.
Así como solo he leído una novela de la Revolución Cultural china, que me sirvió para conocer los pormenores de aquella barbarie, he leído muchos libros de escritores rusos finalmente asesinados, suicidados, exiliados, censurados, humillados personalmente por Stalin (que encima les llamaba por teléfono). Anna Ajmatova, Marina Tsvietáieva, Ossip Mandelstam, Nadiezhda Mandelstam, Joseph Brodsky, Platonov, Issac Babel, Vasili Grosmann, Pasternak…. Me gustaría incluir a Solztenystin, pero no lo he leído, el Gulag me parecía muy fuerte para atreverme con él.
He leído a alemanes antinazis como Viktor Klemperer, Sebastian Haffner, Thomas Mann y sus hijos, pero nada alcanza la ignominia, crueldad e indignidad de los soviéticos. El mero hecho de vivir sin nada y sobre vivir de la amistad, y de un arte que no pueden crear pero que algunos memorizan no tiene igual.
"El maestro y  Margarita" de Mijail Bulgakov, que no pudo publicar en vida, a quien también Stalin llamó, es tenida como la obra maestra del periodo soviético. Una obra póstuma más. Es la sátira más descarnada jamás leída con una caterva fantástica de personajes únicos y que asolan Moscú bajo el comunismo. Se trata del diablo y una troupe delirante, (y que estuvo con Poncio Pilato y Jesús), los que siembran de magia negra la vida burocrática  sometida al totalitarismo más extremo. Lo más escandaloso,mágico,surrealista, inverosímil se da sobre una sociedad geometrica erigida sobre cubos de hormigón como las escolleras, de la que el espíritu y la individualidad han sido aniquilados. Pero gracias al diablo Wotzman se genera un revulsivo de irrealidad que viene a ser trasunto del propio régimen, en el que están presentes los famosos siquiatricos, la desconfianza y la delación, el miedo a hablar, el miedo a las detenciones, los pitidos de la policía, el control vecinal sobre la vida privada, las carencias extremas de todo tipo junto a los privilegios en este caso del sindicato de escritores. La sin razón, la realidad siempre falseda y negada, metamorfoseada, los controles extenuantes, la ausencia de cualquier conato extramaterial o sobrenatural en realidad esa es la experiencia soviética.  Sin atisbo de realidad, plenamente impugnada, por los diablos con sus poderes y magia, que podrían ser el Comité central del PCUS. El orden es caos, la organización anarquía, la realidad irrealidad, todo ello magnifícamente relatado. Una novela prefectamente trenzada, a pesar de tanto disaparate y magia.
Nunca había leido tal denuncia contra el regimen soviético, denuncia en profundidad: literaria, que es cuando gracias a las emociones se revive la historia con mayor densidad, participando de su atmósfera irrespirable y de la locura por abolir la realidad.
La ficción y magia negra estaban en el régimen.



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