domingo, enero 10, 2016

San Francisco


Íbamos mi hermano y yo hace un par de semanas por la ciudad y le digo no creo que haya ninguna ciudad más fea que esta.
-Si las hay
-Dime una
-Pues todas las de Siria, Irak…
-Es verdad
Cuanto menos se viaja y más prensa extranjera lees, mucha más geografía conoces. Haciendo auto stop en una autopista alemana con un norteamericano de Los Ángeles como le empecé a preguntar y hablar de San Francisco -entonces mi inglés daba para una comunicación elemental- estaba convencido que lo conocía. Sí, pero de la revista Triunfo, que leía ávidamente, era lo más progre. Y yo un joven muy concienciado y soñador y seguía lo de las culturas alternativas, hippies, yoguis orientales y los Panteras Negras (The Black Panthers), y la revolución mundial. Me interesaba todo lo que no había en España. Mi nombre mítico era Haight Ashbury (que había sido beatnik, antes que hippie y cogollo) y luego Sausalito, Berkeley... Hace unos años me mandó mi consuegro Rudra un magnífico libro de San Francisco, pregunto por Haigt Ashbury mientras lo abro y justo aparece el cartel de una calle con su nombre. Me acordé de Scott Mackenzie y su San Francisco que me recuerda a cuando la oía en Bilbao a mis 16 años o así.
Hoy he bajado caminando a la capital, ahora le doy la vuelta al palmetum. En el Atlántico no estaba Rapso, iba sin móvil. Efectivamente no es Irak ni Siria.
Estoy corrigiendo, frase que se resiste sin arreglo automático: sobra. Es científico. Muy contento.
Estoy inmerso en  Al-Ándalus y su embrujo, mi atracción más inaudita. De convivencia de las tres culturas, nada, incluso en la Córdoba omeya las cabezas cortadas colgadas de las murallas era escena cotidiana pese al hedor. El sabio de mi hermano, alguien realmente culto, me lo confirmó en Termini. El autor al que se lo he leído es un inglés; a los hispanos no se los he leído.
Ayer recibí un correo de mi amiga chilena para algunas aclaraciones sobre mi artículo en la Web Isosoáfrica chilena, que como su nombre indica es sobre África.
Sigo con El maestro y margarita de Bulgákov-las influencias literarias de mi hija son creo de las mayores que  he tenido-. Tenía un libro de él que había comenzado a leer y lo dejé y otro en una colección rusa que ni empecé. Con este voy por más de 300 páginas. Me está gustando una barbaridad, al punto que a XY le cuento cosas sobre el gato diablo, y se lo enseño porque el libro tiene ilustraciones, de la panda de diablos que asolan Moscú.




No hay comentarios: