Ayer fui sumamente jupiterino con el neoliberalismo en la
tertulia Mácaros del Oliver. Mientras restituía el honor de Von Mises –le
apearon de la baronía del Von, para referirse a secas (plebeyamente) como Mises, restaurando el trato de Von- arremetí
contra la Escuela Austríaca de Economía,
por anticuada, desfasada, reduccionista –como dijo Andrés, no se puede tomar al
individuo exclusivamente por consumidor-, monista, abstracta, economicista,
desconectada de las realidades sociológicas, culturales y políticas,
fundamentalista, instalada en supuestos apriorísticos de un capitalismo que ya
no existe, anclada en economías nacionales rudimentarias y en postulados teóricos metafísicos que no empíricos. Propuse no solo no leer el
libro que proponía Ex Doctor Harris (unos capítulos Von Mises) para el próximo mes, sino no volver a leer
jamás a nadie de la Escuela Austríaca. Dejar sus lecturas para los doctrinarios
antipolíticos neoliberales, tan doctrinarios como los marxistas leninistas. Si
al menos estuvieran en la clandestinidad poniendo bombas..., inermes conspirativos con su evangelio sumario de
redención de las leyes económicas que rigen el mundo como parte del orden
divino, pero ni eso. Desayunos los sábados –ni a mi hermano ni a mí nos
invitan-, estos clericales de nuevo cuño.
A mi hermano le sirvieron su carne contaminada de salsa y
papas “abundantes por favor”. Preguntó por su composición. Una salsa de carne.
Cómo de carne, qué es una salsa de carne con la carne. Andrés se lo racionalizó
en términos de transubstanciación. Le
advertí al camarero de que no era un comensal hedonista y sofisticado, sino
absolutamente primario como el propio
ganado vacuno que ora come hierba, ora
pienso.
No lo dije, pero lo pensé, los super intelectuales no hacen
nunca una crítica del autor ni del libro, a lo sumo lo interpretan, se
comportan como anfitriones del autor con el que quieren ser obsequiosos. A
Isaiah Berlin y las raíces de romanticismo se le pueden hacer algunas
objeciones:
-- Si descriptivamente de la Ilustración francesa, con su
programa basado en la razón, la armonía, simetría, lógica, se puede afirmar que ofrece una estructura dada del mundo, que conviene para oponerla a un haz de pulsiones, pasiones, anhelos de
infinito y lo inabarcable del
romanticismo, pero en términos lógicos o epistemológicos, éste no es
más que otra estructura más
oscura, pero estructura. Mucho después llegó el psicoanálisis con las estructuras
del inconsciente, que Berlin, que lo despreciaba, conoció. El Romanticismo también respondió a otra estructura del mundo, más
informe, inacabada, eruptiva pero real.
-- el romanticismo alemán convive con un fenómeno contrario,
el clasicismo alemán, el Klassik, de Goethe, Schiller (en parte románticos), Lessing y Winckelmann
que consuma la atracción genésica del clasicismo alemán por lo griego, por su
arte. Grecia es Alemania
-- Tan importante como la guerra de los treinta años y la subsiguiente
humillación germánica, es la falta de unidad política de Alemania que no
llegará hasta Bismarck. De existir un
estado alemán habría abstraído la savia o espíritu alemanes en
símbolos, en formas políticas,
formalizaciones jurídicas diluyendo la potencia del espíritu del pueblo, lo
volkisch, el volkgeist, el sentimiento alemán, incluso el pietismo protestante
tuvo su campo de cultivo en su propia pureza y naturalidad de lo alemán como
puro espíritu.
Hegel hace acabar el desarrollo del espíritu: subjetivo,
objetivo y absoluto en el Estado. El espíritu se hace estado, razón perfecta. Y esto,
intelectuales Mácaros, no lo dijo Berlin.
3 comentarios:
Usted estuvo excesivo como siempre. Su filipica anti libertaria fue digna de Robespierre o de cabreo de Stalin. Menos mal que no teníamos a mano sogas y antorchas. No faltó de nada: su monopolio absoluto de la palabra, sus referencias al nacionalismo, su repartir palos dialécticos contra este, aquel y su paciente hermano, su imponer su libro y , ¡cómo no! , su billete de 50 euros y su ¡dejad propina!
En fin, una noche gloriosa, nos lo pasamos fenomenal. Ya estoy deseando que llegue la próxima tertulia.
Un saludo, EDF.
Usted estuvo excesivo como siempre. Su filipica anti libertaria fue digna de Robespierre o de cabreo de Stalin. Menos mal que no teníamos a mano sogas y antorchas. No faltó de nada: su monopolio absoluto de la palabra, sus referencias al nacionalismo, su repartir palos dialécticos contra este, aquel y su paciente hermano, su imponer su libro y , ¡cómo no! , su billete de 50 euros y su ¡dejad propina!
En fin, una noche gloriosa, nos lo pasamos fenomenal. Ya estoy deseando que llegue la próxima tertulia.
Un saludo, EDF.
Gracias me da constancia de que tengo un seguidor, algo crítico
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