Mi hermano y yo nos tomábamos por gente de los límites,
suburbiales, transfonterizos pero cayendo
del otro lado, no tanto enemigos de la humanidad como sospechosos para
ella, malencarados, turbios, con seguras dobleces. Pero ni siquiera
merecedores de estigma.
Cuando Dios le preguntó a Caín por su hermano Abel, aquel
respondió “acaso soy yo el guardián de
mi hermano". Efectivamente no lo era. En un punto anterior es donde da comienzo la ética, porque Caín
quiere decir que tanto él y Abel son distintos y autónomos, y por supuesto no
es el guardián de su hermano. Pero no deja de ser una mera afirmación
ontológica, relativa a dos seres diferenciados sin en principio ningún vínculo que no sea el
propio ser.
Levinas, el gran filósofo judío lituano francés, señala que
la moralidad es algo previo a la constatación ontológica del individuo, la
precede. El hombre no es “con”(mittelsein: Heidegger) los otros, sino el otro
es su rostro, su vida, nuestra responsabilidad frente a lo que expresa se vive
a través de ese rostro. Y esa visión central del rostro con sus surcos,
significados, expresiones es el que nos hace
frente a los demás, antes que cualquier disquisición ontológica. El otro es un
aserto ontológico, el rostro no, sino una radiografía llena de debilidad, sugerencias e
inducciones existenciales profundas.
Es inaudito, injusto, incluso esperpéntico que mi hermano y yo,
seamos “Trendig topic” de mi periódico. Abres "criterios" y en el nº 1 sale (ahora
mismo estamos “se-gun”, pero todo el día "top") el nombre de mi hermano y mi artículo. Hacía semanas que
no lo era, y pensaba que mi hermano sería un lastre que me imposibilitaría
asomarme a la superficie del 12 semanal o el 10 diario.
Aquí si hay una cuestión ontológica ¿Quiénes somos
realmente y cómo podemos ser apreciados por las masas, aunque sean lectoras? Nosotros que
detestamos los lugares comunes, lo convencional, tópicos, estereotipos, prejuicios, la
opinión común, las masas, la ramplonería , lo pedestre, la pobreza de
espíritu…. ¿Estaremos dando un perfil Podemos, o peor aún, progre?
Se supone que somos intelectuales difíciles, a los que nadie
nos puede entender nada ni prestarnos un segundo de atención y que encima estamos orgullosos de frecuentar periferias y suburbios, llevar una vida de
proscritos y marginales, atesorar enemigos, ser vistos con sospechas y dudas,
dar a entender que habitamos en el espíritu y que en todo lo demás somos foráneos
e intrusos, que hemos reconvertido nuestra básica inadaptación a la vida, de forma
neurótica en encarnar una suerte de Siddhartas
occidentales.
Hace un rato me ha llamado un amigo al que yo tengo mucho
respeto: estudió teología y philosofhie, fue profesor de filosofía y se hizo
abogado, y conoce el latín y el griego. Es mayor que yo. Está pues en posesión de los atributos que yo venero.
Ha elogiado en grado sumo mis artículos de El Día (lo mejor, lo dice él), y que
algunos los recorta. Teniendo en cuenta a quién puedo recortar yo…como mínimo un
francés, me he quedado aún más ininteligible.
Somos de masas o de minorías muy distinguidas. Debemos
alegrarnos, o constatar que por un camino u otro no podemos sustraernos a la
idea de arruinar lo poco que conservamos.
Mañana nos dejaremos ver por el Casino, si somos recibidos
por las masas, no podremos ya sustraernos a nuestro sino. Pensar que solo hace unos años nos arrastrábamos
por cafeterías y discotecas…
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