miércoles, junio 17, 2015

Mi hermano y yo los primeros en el periódico

Mi hermano y yo nos tomábamos por gente de los límites, suburbiales, transfonterizos pero cayendo  del otro lado, no tanto enemigos de la humanidad como sospechosos para ella, malencarados, turbios, con seguras dobleces. Pero ni siquiera merecedores de estigma.
Cuando Dios le preguntó a Caín por su hermano Abel, aquel respondió  “acaso soy yo el guardián de mi hermano".  Efectivamente no lo era. En un punto anterior  es donde da comienzo la ética, porque Caín quiere decir que tanto él y Abel son distintos y autónomos, y por supuesto no es el guardián de su hermano. Pero no deja de ser una mera afirmación ontológica, relativa a dos seres diferenciados sin  en principio ningún vínculo que no sea el propio ser.
Levinas, el gran filósofo judío lituano francés, señala que la moralidad es algo previo a la constatación ontológica del individuo, la precede. El hombre no es “con”(mittelsein: Heidegger) los otros, sino el otro es su rostro, su vida, nuestra responsabilidad frente a lo que expresa se vive a través de ese rostro. Y esa visión  central del rostro con sus surcos, significados, expresiones es  el que nos hace frente a los demás, antes que cualquier disquisición ontológica. El otro es un aserto ontológico, el rostro no, sino una radiografía llena de debilidad, sugerencias e inducciones existenciales profundas.
Es inaudito, injusto, incluso esperpéntico que  mi hermano y yo, seamos “Trendig topic” de mi periódico. Abres "criterios" y en el nº 1 sale (ahora mismo estamos “se-gun”, pero todo el día "top") el nombre de mi hermano y mi artículo. Hacía semanas que no lo era, y pensaba que mi hermano sería un lastre que me imposibilitaría asomarme a la superficie del 12 semanal o el 10 diario.
Aquí si hay una cuestión ontológica ¿Quiénes somos realmente y cómo podemos ser apreciados por las masas, aunque sean lectoras? Nosotros que detestamos los lugares comunes, lo convencional,  tópicos, estereotipos, prejuicios,  la  opinión común, las masas, la ramplonería , lo pedestre, la pobreza de espíritu…. ¿Estaremos dando un perfil Podemos, o peor aún, progre?
Se supone que somos intelectuales difíciles, a los que nadie nos puede entender nada ni prestarnos un segundo de atención y que encima  estamos orgullosos de frecuentar  periferias y suburbios, llevar una vida de proscritos y marginales, atesorar enemigos, ser vistos con sospechas y dudas, dar a entender que habitamos en el espíritu y que en todo lo demás somos foráneos e intrusos, que hemos reconvertido nuestra básica inadaptación a la vida, de forma neurótica en encarnar una  suerte de Siddhartas occidentales.
Hace un rato me ha llamado un amigo al que yo tengo mucho respeto: estudió teología y philosofhie, fue profesor de filosofía y se hizo abogado, y conoce el latín y el griego. Es mayor que yo. Está pues  en posesión de los atributos que yo venero. Ha elogiado en grado sumo mis artículos de El Día (lo mejor, lo dice él), y que algunos los recorta. Teniendo en cuenta a quién puedo recortar yo…como mínimo un francés, me he quedado aún más ininteligible.
Somos de masas o de minorías muy distinguidas. Debemos alegrarnos, o constatar que por un camino u otro no podemos sustraernos a la idea de arruinar lo poco que conservamos.
Mañana nos dejaremos ver por el Casino, si somos recibidos por las masas, no podremos ya sustraernos a nuestro sino.  Pensar que solo hace unos años nos arrastrábamos por cafeterías y discotecas…



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