sábado, diciembre 14, 2013

El mono enfermo y Guantánamo

En realidad somos contemporáneos de los crímenes más abyectos que haya registrado nunca la historia de la humanidad, hemos presenciado la inhumanidad más radical de la especie:  hornos crematorios, el Gulag, Camboya…  Solo ayer oíamos  los estertores de le limpieza étnica en Yugoslavia, el llanto desgarrado  de las violadas, el casi millón de  hutus asesinados a palos en un par de meses en Ruanda, las mutilaciones, las persecuciones religiosas, los gases letales, el terrorismo apocalíptico...
Ablaciones en barrios de París o Barcelona, más de mil mujeres desfiguradas cada año con ácido en la India, jóvenes decapitados en México, cientos de miles de niños que mueren de hambre al año en el mundo,  mil personas que saltan al vació en Nueva York… 
En comparación, la Inquisición no fue más que experimentos con cobayas humanos, lo mismo que los ritos sacrificiales aztecas. El ser humano que ha vivido y vive todo esto, si fuera racional estaría estudiando la forma de escapar a Marte. Tiene todos los motivos para  estar curado de espanto y desconfiar de todo.
Nada ha cesado, todo lo peor por su propia lógica e incesante dinámica ha de repetirse. La humanidad no está vacunada contra nada.
Pero el mono de feria, al descender orondo  de su coche de no sé cuántos cilindros y al que han dado cuerda, solo balbucea dolorido: G-U-A-N-T-Á-N-A-M-O, donde como se puede demostrar se congrega todo el horror del mundo (los chamanes que así lo describen tienen mucho poder sobre los monos), en torno a unas cientos de núbiles vírgenes de ojos inocentes secuestradas durante sus clases de ballet.
Siempre nos quedará la inteligencia expansiva progresista, que opone a la realidad del mundo la fe religiosa del optimismo antropológico. Pero no un dios antropomorfo (qué también y con pistolón), sino una potencia animista.

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