jueves, diciembre 12, 2013

El exintelectual de cafetería

 
  El intelectual de la izquierda mantiene su bloc de notas mientras escucha a Víctor
 
 
El becario de El Correo ha ido a tomar notas, lado izquierdo
La chica de la mochila ha decidido apuntar algo
 El señor de la derecha tiene un cuaderno abierto sobre sus piernas
 

 Ciertamente a Víctor se le empieza a hacer justicia. Antes y durante el viaje  a Bilbao especulábamos sobre como estaríamos de asistentes, o de preguntas difíciles, allí hay mucha afición a la música y lugares en las que escucharla, le decía. Hay dos universidades y cuatro bibliotecas que  se inscriben en la excelencia, incluso en su continente: la arquitectura.  Una mixtura no fácil de lidiar y satisfacer y a los dos bandos convocaba Víctor.

La conferencia escrita me colmó de tranquilidad, el éxito sobrevendría si había público. Así fue, como se pueden ver en las fotos.
No es lo mismo ser un intelectual raro, de cafetería y un sabio del derecho, que ostentar créditos objetivos. Víctor ya los ostenta y pueden ser certificados. Y mostrados.
Yo estaría muy orgulloso si diera alguna vez una conferencia en la universidad, y sé que nunca la voy a dar. No digamos en Filosofía. Tribunitas hay muchas, tantas como naderías, pero el relieve, el contorno solo se adquieren en determinados lugares y ante determinada audiencia o convocante. Más si eres ajeno por completo al medio.
Facultad de Filosofía y El Sitio de Bilbao son dos muescas o incisiones muy  distintas a un guarismo sobre el vaho de un cristal. También el Oliver. El intelectual de cafetería  es escuchado ahora por audiencias de  nivel y preparación.
No está de más en esta época reivindicar el esfuerzo y la preparación intelectual, el saber de lo que se habla, la elocuencia con la que se expresa, el amor al lenguaje y al significado, la convicción, el sentimiento puesto en las cosas, la erudición crítica, la reflexión personal, el humor…
Descubrí en nuestra Asociación de Israel que estaba con gente a la que quería escuchar, no hablar con ellos sino escucharles lo que sabían, a pesar de tenerlos delante de mí. Tuve la suerte que tanto el Niño y Taif el catedrático (otro) dieran unas conferencias en la biblioteca del Cabildo. En estos tiempos de modernidad cultural no ya líquida sino gaseosa y estéril, proponer el saber y la escucha es algo revolucionario, de lo que sea.
Como road manager, Víctor tiene que categorizar su lustre en auditorio de relieve –una biografía de esencias, distinguida-, y el Niño tiene que debutar en Bilbao.

 

1 comentario:

Josep Antoni Pomal i Gros dijo...

Si cobró honorarios y gastos, es que la conferencia lo vale. Caso contrario, hubieseis salido de Bilbao a boinazo limpio. Enhorabuena al autor y al activista de eventos.