Carl Gustav Jung, el que fue designado como príncipe heredero
de Sigmund Freud, pronto voló solo, estaba casi a su altura. Elaboró las teorías
de los arquetipos, el inconsciente colectivo, las imagos y representaciones
sagradas… un sabio.
Jung sostenía que la religión existía porque correspondía a una
función psíquica incardinada en la propia naturaleza humana; sepan los estrechos de mente que se refería a
todas las religiones, era además de cristiano suizo (no judío austriaco), un
gran orientalista y conocedor de la mitología, la historia de las religiones,
el simbolismo…
De un sabio a otros sabios, la elección del Papa ha servido
para constatar el nivel intelectual y espiritual del Colegio Cardenalicio. Políglotas,
grandes eruditos en filosofía, teología y otras disciplinas. Evidentemente la
gran mayoría de ellos podrían hablar con Jung o Casirer o con otros sabios,
cosa que la gran masa laica tendría más que vedado.
La simplificación del laicismo, su falta de recursos intelectuales y culturales sirve para ocupar las cotas de pretendido dominio moral; se trata del
refugio de los carentes.
La iglesia está legitimada para oponerse al aborto, el matrimonio homosexual y al control de natalidad, no ya porque tenga
derecho a defender sus dogmas, sino por
la profundidad moral y filosófica con lo que lo defiende, son unos contrincantes
teóricos de máxima altura. Por ejemplo
no es pintiparable al vocerío ronco de
sus adversos, a los que la vida les resulta tan pesada porque Dios no les
garantiza la quietud de la niñez. Estará
la Iglesia equivocada pero solo después de reflexionar sobre montañas de libros
y cordilleras de bibliotecas con clarividentes monjes y arrojados evangelizadores, infinitamente más inocuos
que los revolucionarios del S. XX.
Que no sea creyente y que
esté en contra de los postulados de la iglesia, no me coloca en ninguna
posición de ventaja frente a ella, salvo que fuera tan estúpido de creerme moralmente excelso/progresista. Nada de lo que yo pudiera decir sería novedoso, interesante o profundo para la Iglesia, en cambio yo sí
tendría que escuchar sin límite sobre lo
que saben y experimentan.
En cambio los carentes que saben que su único patrimonio es compartir
ideas sencillas de pancarta echan ahí el
resto, porque se saben vedados a intereses más profundos o conocimientos más
sutiles. Yo con este tipo de gente no hablo ni escucho,
por eso me he convertido en un solitario sonriente que desprecia la tosquedad.
La grandeza de la Iglesia Católica se ha visto en la
suntuosidad de su liturgia, la monumentalidad del Vaticano (que es la de los
símbolos de la sacralidad y de la historia), la belleza inmovilizante de la Capilla
Sixtina y en el latido unísono de su universalidad, y en la necesidad de Dios.
Es preferible adorar a Dios que a espantapájaros criminales. No hay conciencia
de quienes son los subrogados de Dios –que es lo más despreciable- , quienes lo
han reemplazado, porque la función psíquica existe. O idolátrica.
3 comentarios:
Pues claro que la Iglesia es grande: para derribar el muro de Berlín, ahí estuvo el papa Woitila. Para dar un giro a la crisis, un intelectual, alemán. Y ahora un papa americano para la reconquista de América. El que tenga ojos que vea.... Salu2
Le felicito Jose Mª, magnífico análisis, como siempre usted me sorprende. Saludos de un lector habitual.
ese es el mejor halago que puedo oír, gracias
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