La posmodernidad incorpora todos valoras culturales actuales: el relativismo
como absoluto, el pensamiento débil, la deposición de la razón, hedonismo,
consumismo.
Con todo este pack ya perfectamente interiorizado a nivel
cultural e ideológico, que no es el mejor, nos precipitamos en la globalización. La
globalización es ya un tema mucho más fuerte y material porque afecta
a la base económica, a la
realidad infraestructural.
Globalización en la base económica y posmodernidad en la superestructura
cultural. Un dualismo aciago.
Así la época,
surgirían más tarde todos los
desencadenantes de una nueva era ya radicalmente distinta: subprimes, ladrillo…
factores exógenos y endógenos. La
mentalidad previa era deletérea y tóxica, estábamos abonados a los excesos
gratuitos, a la espuma. Ayer hablamos de que ya algunos niños llegan sin desayunar a las escuelas, unos sí y otros no, y de los comederos sociales. Una funcionaria de la izquierda genérica, aboga por la obra social de las cajas de ahorro. No ve, ninguna cesura o hiato, una situación descompuesta entre niños y obra social (no se resigna), si no tienen para desayunar es que ya no queda margen para obras sociales pseudo bancarias, o de qué estamos hablando. Nadie puede garantizar nada, no un gobierno sino una coalición de gobierno, no solo están los factores internos sino la extrema dependencia y aleatoriedad de los externos.
Como dijo nuestro catedrático de ecología en el casino el sábado, estamos ante una crisis (extrema) de complejidad, no hay conocimiento ni recursos para combatirla, estaríamos en el Renacimiento. O cerca del colapso que supuso el final del Imperio romano.
La de la izquierda genérica se queja también de todo el empleo que se está destruyendo, como si fuera designio de una voluntad perversa, o entronización de una situación inmerecida e injusta, que no pueda ocurrir nunca con ellos. Los mortales siempre erigen causas y axiomas, sistemas de creencias y consuelos. Ansían la petrificación. En la sustancia del rechazo a cualquier revés, en la negación a aceptar la adversidad, si quiera como punto de análisis, la demolición de la razón abre paso a la mentalidad animista y mitológica que les atraviesa e invade. Es lo más impactante.
Como marxista que fui, le tengo que decir que los europeos ya hemos dejado de ser los más guapos, acreedores del mejor derecho, ahora ya somos iguales a los demás de verdad, a los que monopolizan la industria textil en China o la naval en Corea del Sur, producen mucho más por 190 dólares y que no tienen estado social, el marco y el mercado son únicos y no hay manera de escapar. No pueden asumirlo y parece que nadie fue marxista. ¿Se acuerdan de aquella colisión entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción existentes, o tampoco?
Hay sectores y debates con los que no debo ni rozarme, no les conozco.
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