Dentro de 20 ó 30 años los licenciados en letras tendrán un
filón del que extraer sus tesis y doctorados. El pasado ansiado será nuestro momento presente. Es pronto para saber si por
sus resultados literarios inequívocamente consolidados en el tiempo, o por las
circunstancias que rodearon al hecho
literario en sí o el discurso y agentes que lo orquestó. Me temo que esto
último al menos gozará del olfato y favor
de los doctorandos y futuros estudiosos. El elemento socio literario, o
sociohistórico que diría Domingo Pérez Minick.
El tiempo actual es un tiempo de absoluta extravagancia y
por ende subversivo, se ha demolido a conciencia cualquier idea de tradición y
referentes sólidos –algunos los llaman canon-, el principio de jerarquía y verticalidad
que impone la calidad, y el verdadero valor
literario ha sido sustituido por el
confusionismo, la amalgama y la horizontalidad, de forma que la artesanía –el manierismo de atender a
medidas y preceptivas muy tasadas– , algo
tan radicalmente endeble, sea criterio
axiológico y parangón con el mundo. Hay
zonas en las que la posmodernidad más alegre
y radical arrasa, hurtando el debate racional en favor de sus
prejuicios, consuelos y ensueños.
El mercado artesanal tiene sus leyes, ya que son mercados
muy acotados en vigilia permanente, en pos de obra idéntica e intercambiable
pero bien contada y entretenida que
consumir. Es un segmento de mercado enormemente consumidor, incluso compulsivo, que deglute su propio género con avidez. Este mercado tan singular
se autoalimenta y es casi autónomo. No es el “mercado central” ni el segmento
más fiable y de prestigio. Ni el que
estará en las grandes listas, premios, ediciones, estudios, la historia, la memoria,
en las hechuras
de experiencias singulares … Es un segmento tan activo como lateral, endogámico
como marginal. En determinados vuelos invisible
y dominguero. Nada diremos del
humilladero del bestseller, que catapulta las honras del provincianismo más paroxístico. Ese tipo de lectores son muy voraces, de
estímulo fácil, en serie de series, con adeptos a lo mullido y trillado, que
corresponde a determinadas franjas culturales que nunca han abandonado. Durante el franquismo se mostraron en toda su
amplitud sociológica su más asertiva
realidad.
¿No habríamos pensado que esta literatura de géneros no era
analizable? Mucho más valiosa en términos sociohistóricos y comparativistas que
como noumeno o cosa en sí, que da lo que da.
No estamos en la época de Syntaxis y Liminar, ni en otras
más importantes, han surgido nuevos
establishments y se han volado y pulverizado todos los cánones. La vida, la verdadera, de la que
se hace cargo la literatura, debe fluir por cursos menos enmoquetados y acomodaticios.
2 comentarios:
Esto...
El sábado próximo ¿hay lecturas liberales?
Salu2,
EDH.
Yes, we can
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