Aullaba la memoria histórica porque no la habían dejado ser –¡en 30 ó 40 años!-, y por eso se revolvía fogosa, justiciera, se había erigido en
cuestión de vida o muerte, era unánime su necesidad y la exigencia de reparación, para todos. Ayer
mismo. Agitadores oportunistas y cándidos
conservadores.
Urgía el combate final contra el franquismo, retroactivo y contra los nietos o biznietos presuntos, y
contra el nacionalismo español y contra la guerra. La España ardiente,
centinela, insomne, sedienta de Justicia y causas, siempre enfrentada a la nada de la vida ordinaria.
De repente todas las consignas, las causas imperiosas de
justicia se han vuelto a enterrar con idéntico capricho a cuando se urdió manufacturarlas.
Ayer mismo.
Ahora la Memoria
histórica, el nacionalismo español, el franquismo son los políticos. El ámbito: los derechos Naturales como crepitante fogonazo iusnaturalista. El titular: el Pueblo
víctima.
Nunca me han interesado los políticos, en especial los de la
última época, sin embargo tengo una fe ciega en el pueblo ebrio de legitimidad,
herido, encrespado, rugiente, altar de todos los derechos, divinidad impune,
rompeolas de los que osan recabar la condición común humana.
Todos se han vuelto pueblo, la afiliación se está haciendo
masiva, ya sienten su calor, su fuerza y
sugestibilidad (¿algo más infalible?), ahora es el momento para la gran proyección
griega (moderna), y el de la sedición -todo escrito- contra los que ayer eran los grandes conductores de consignas e
inventos: los políticos.
La historia es pavorosamente cierta e idéntica, previsible y escrita, incluso no puede haber nada sin chivos
expiatorios. Estamos todos con las medidas justas, en los mismos territorios, en la misma proporción. A mi me
corresponde estar con los que siempre
se quedan solos, pero no por ello voy a dejar
de advertir sobre los chivos expiatorios. No es ningún éxito las
manifestaciones con policías que desafían uniformados. Estáis jugando con
fuego. Todo es muy imprevisible y peligroso, aún faltan días muy aciagos. Todo siempre idéntico. ¿Acaso no lo sabéis?
Enfrente no están los
americanos ni los judíos, sólo alemanes, austriacos, holandeses, finlandeses… Una
novedad desconcertante. ¿El enemigo?
Cabrían quizá algunos análisis, recuento de actos y datos,
restauración de hechos, incluso mentalidades, principios, historia… quizá
cabrían perspectivas interesantes ya esbozadas, antes que el eterno mecanismo chivo
expiatorio. Pero ya llevamos muchos años prescindiendo de todo ello, fortalecidos
con consignas y pancartas, logomaquias de cafeterías, en estándares de opinión
sudorosa.
Mucho cuidado, porque
todo es demasiado igual, y esto no va a ser
episódico.
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