En ningún momento me he podido sentir ofendido y mucho menos
ultrajado, porque de Chile me sigan llegando buenas noticias. Mi libro del Sáhara va a ser glosado en un portal de allí sobre África, de mucha calidad y difusión, que ya ha
publicado el prólogo.
No sólo va a ser glosado mi Sahara en esa web, sino que se me
hará una entrevista. Por correo me mandan como ejemplo de la entrevista mensual que realizan, casualmente una en portugués.
Medios globalizados, multilingües para un continente plural. Hay un África con países de koiné
portugués, como zonas en
francés. ¿Que eso me moleste…? Más bien, nada.
La sensación que se experimenta cuando alguien que no conoces se pone en contacto contigo
por un libro, no es nada desagradable ni hiriente, menos si te invitan a participar (caso Las Palmas) o
te hacen entrevistas. Hay una confirmación inmediata: tenías algo que decir. Sólo
se debería hablar cuando hay algo que decir, en todos los terrenos además, si no,
hay que callar (Wittgenstein).
¿Podemos obtener en esta época cierta dimensión mundial,
globalizada, los advenedizos y excursionistas? Pues también. Que se tenía algo
que decir, viene absolutamente
refrendado cuando saltas con los
actuales medios de comunicación de un continente a otro (América- África) en
ámbitos además especializados
y críticos.
Cuándo lejos de todo rigor académico o aval universitario, escribías lo que comías de adolescente en casa de tu abuelo, o del ambiente saturado –y tú aún más saturado de alcohol- de los bares de la costa vasca, no podías pensar que un libro de ese jaez pudiera ingresar en ámbitos intelectuales de tanto prestigio. No parecen ser instituciones enemigas, es decir fosilizadas y estrechas, ni la Universidad de Yale ni la muy selecta bibliografía sobre arte vasco de la Sociedad de Estudios Vascos, entre otras. Mi libro del Sáhara también forma parte de la bibliografía de una tesis doctoral que se está realizando en la universidad.
El sumun es cuando descubres, también al azar -de- buscar- tus- propios -libros, (aunque en este caso un amigo), que formas parte de la bibliografía y eres referenciado –y tienes 3 ó 4 líneas traducidas al inglés, ya muy cosmopolitan elite- en un libro de antropología de la Universidad de Oxford.
Al menos, pensé, mi libro sobre el Nacionalismo canario (con mis vivencias y anécdotas), estará condenado a su disolución como materia inerte. No era tema globalizable. No se pulverizó, que va, al contrario, ahora es consolado en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, que creo está en dependencias del Senado y en la Biblioteca del Gobiernos Vasco. Es evidente que al menos yo, un diletante de libro, me muevo en ámbitos de bastante globalización –lo siento, pero es así-, que sería el ámbito de lo simbólico y real, al que se le contrapone el del imaginario, avispero de fantasías y delirios, que imaginé mi panal más natural. Quienes estamos mínimamente mundializados, hemos pasado a pastar a los feraces campos de lo real. Así de cierto.
Cuándo lejos de todo rigor académico o aval universitario, escribías lo que comías de adolescente en casa de tu abuelo, o del ambiente saturado –y tú aún más saturado de alcohol- de los bares de la costa vasca, no podías pensar que un libro de ese jaez pudiera ingresar en ámbitos intelectuales de tanto prestigio. No parecen ser instituciones enemigas, es decir fosilizadas y estrechas, ni la Universidad de Yale ni la muy selecta bibliografía sobre arte vasco de la Sociedad de Estudios Vascos, entre otras. Mi libro del Sáhara también forma parte de la bibliografía de una tesis doctoral que se está realizando en la universidad.
El sumun es cuando descubres, también al azar -de- buscar- tus- propios -libros, (aunque en este caso un amigo), que formas parte de la bibliografía y eres referenciado –y tienes 3 ó 4 líneas traducidas al inglés, ya muy cosmopolitan elite- en un libro de antropología de la Universidad de Oxford.
Al menos, pensé, mi libro sobre el Nacionalismo canario (con mis vivencias y anécdotas), estará condenado a su disolución como materia inerte. No era tema globalizable. No se pulverizó, que va, al contrario, ahora es consolado en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, que creo está en dependencias del Senado y en la Biblioteca del Gobiernos Vasco. Es evidente que al menos yo, un diletante de libro, me muevo en ámbitos de bastante globalización –lo siento, pero es así-, que sería el ámbito de lo simbólico y real, al que se le contrapone el del imaginario, avispero de fantasías y delirios, que imaginé mi panal más natural. Quienes estamos mínimamente mundializados, hemos pasado a pastar a los feraces campos de lo real. Así de cierto.
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