Mi evolución con el inglés ha sido la siguiente: ha pasado de mediocre a pésimo para estacionarse con el tiempo en ultrajante, a la Corona Británica, los descendientes de las Trece Colonias (norteamericanas) y conjunto de la Commonwealth.
No me preocupaba en absoluto los restos de mi inglés que nunca pasó de mediocre, hasta que decidimos ir a Miami. Para Washington evidentemente no lo necesitas para nada, sé lo que digo porque ya he estado. Pero a Miami no puedes ir sin saber inglés, y recitarlo con acento cálido. En caso contrario eres un pardillo absoluto y señalado. Ante un reto así, hace unos meses me puse a estudiar inglés desaforadamente, hasta que inutilicé 3 mp3/4.
Al nivel del inglés están los músculos, por lo que también comencé a hacer pesas. Pienso bañarme en South Beach y uno ha de aparecer mínimamente musculado y digno, si quiere tener derecho a una pequeña área de arena. En cuyas terrazas poder pedir un daikiri con pronunciación inglesa/norteamericana, como si sólo lo supieses pronunciar en ese idioma y se te escapara. Con algún comentario suplementario. El inglés es completamente imprescindible en Miami por estos ejemplos tan elocuentes y densos.
Nunca hubiera imaginado que Maimi despertara tan poderosa ansia en mí.
A última hora de ayer en la Nokia, una hierofanía: ¡Proud Mary! con su editorial portátil. La acompañante perfecta para Miami, la líder de la comitiva. El triunfo a cinco o seis bandas. El símbolo del concepto (del concepto/estilo Miami), no sé si se me entiende. Siempre había sido fan de Miami. Ayer lo supe de una manera epifánica, que diría un argentino de estándares culturales medios.
1 comentario:
Una sesión de rayos uva, y un depilado integral tampoco estarían de más...
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