martes, enero 10, 2012

El matrimonio español más perfecto: el del izquierda y el catolicismo

Camilo Torres y la Teología de la liberación

El domingo pasado salió un interesante artículo en El País, en el que se indicaba cómo para algunos de los más grandes rotativos anglosajones, como el New  York Times, el Financial Times… no era una casualidad que los países PIGS (cerdo en ingles: Portugal, Italia, Grecia  y Spain, a  los que se sumaba para hacer PIIGS a Irlanda), fueran católicos.
Cierto que Grecia es ortodoxa, lo que viene a ser primo hermano de los católicos.
El articulista sacaba  a colación  a la máxima autoridad: el sociólogo Max Weber, el que con su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo vinculó el desarrollo del capitalismo al protestantismo con sus valores de esfuerzo,  trabajo, sacrificio y austeridad, legitimidad de la posesión material, ahorro, responsabilidad ante  la comunidad… A lo que  el calvinismo, a mi entender, más que el luteranismo, devino decisivo,  para apreciar la importancia de los valores positivos  de emulación y de responsabilidad personal que entronizarían  en las sociedades  norteeuropeas, después liberales. Frente  a ello, está el catolicismo con su  cultura hidalga, rentista, de rechazo al trabajo, de egoísmo y picaresca, de irresponsabilidad  absoluta y de permanente absolución y asistencia. Si no el obispo, el Estado. 
Para la cultura de izquierda, que se sacia  con las ideas racionalistas de los albores de la Ilustración, en el torpe optimismo antropológico, cultura simple, añeja, ajena a las ciencias humanas que después se desarrollarían: estudios modernos de  mitología,  simbolismo, antropología, psicoanálisis, semiología, historia de las religiones, que completan y fijan límites  a las ideas racionalistas que habían  erigido a la Diosa razón. Ese  mundo (de ideología de izquierda) no es otro que el adolescente de las proposiciones lógicas, de los principios de identidad y contradicción en los que  anida la más absoluta simplicidad ética: el mundo pueril de buenos y malos a priori, no por sus acciones sino por sus adscripciones.
Jorge Semprun poco antes de morir  ya se refirió al arraigo del comunismo en el Mediterráneo católico.
Para la simpleza cultural de la izquierda española,  sublimando su anticlericalismo de botijo, alpargata y tea y gasolina, la izquierda es la antítesis del catolicismo, pero  éste no se evaporó, sino que arraigó de manera sublimada y transferida en ella, de forma paralela a como los curas católicos descubrieron en la izquierda la pureza y mayor fuerza de los dogmas, en  la que desembarcarían  en masa. ETA se nutrió de curas de manera escandalosa, los jesuitas y otros religiosos llevaron a los jóvenes a los barrios obreros a redimir a los pobres, y en la geografía católica de Sudamérica prendió esa aberración de la Teología de la liberación. Todos ellos sedientos de  afanes redentores, proféticos, milenaristas y escatológicios. Las masas impregnadas de catolicismo de siglos, descubrirían en un mundo incierto, con  el izquierdismo, los nuevos dogmas reverdecidos, al no saciar la Iglesia su sed de absolutos. Quitando el aspecto metafísico y teológico de muy poca aplicación  en sus vidas, vieron revitalizados todos los valores profundos: antropológicos,  míticos y simbólicos, y reforzado su imaginario y anhelos gracias a la izquierda reemplazante.

Católico y de izquierdas  es el conformismo, la importancia de lo comunitario y su disolución en él: en la grey o en el pueblo oh la nación; la tutela y el dirigismo moral y ético, la voluntad pedagógica desde el poder, la profesión dogmática de verdades, la posesión de una  verdad revelada, la ferocidad inquisitorial contra el adversario y el sectarismo infinito (la izquierda española ha superado al catolicismo incluso, y qué decir del sugestivo universo NASA de ZP).
Y la carencia absoluta de valores de responsabilidad individual y social, y el apego y sumisión a los colectivos, a la pertenencia, en la que los valores individuales y liberales no cuenten, como las posiciones pasivas de asistencia, tutela, dirigismo e irresponsabilidad.
 Lo opuesto y contrario a la tradición católica no es el izquierdismo (que supone un radicalización de sus ansias, latencias e inconsciente) sino la tradición liberal de la responsabilidad personal, de raigambre protestante, una frontera cultural y simbólica absoluta. La Tercera España, la que se exilio ya de hecho en la II República para seguir exiliada.

2 comentarios:

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Añadiré que mi aversión a laTeologia de la Liberación, ese cristianismo medieval escatológico y milenarista, que recoge lo más pútrido del cristianismo y de la izquierda, se compadece como mi falta de simpatía por la figura de Crsito y sus éponimos que acentúan la devoción por Cristo, y mi respeto siempre proclamado por la Iglesia y el Dios (metafísco, no histórico) de Roma, Atenas y Jerusalén.

Anónimo dijo...

Te remito mi correo otra vez: jsegmun@gmail.com