Hay una esencia española, que algunos como Vicenc Villatoro la sitúan en el barroco. En aquel momento en que todo se adensa, en que el movimiento es concitado sin tregua, que las masas arquitectónicas tienen vida bajo inspiración divina, y cuando la modernidad es retardada hasta conjurarla, el horror vacui ha triunfado y con ello y a la postre, sometido el individuo. Las masas son las protagonistas. Los jesuitas se enzarzan contra la Reforma, la liturgia se hace pomposa, pesada y teatral. El individuo ha de quedar reducido a la condición de grey o pueblo de dios- y expurgada su individualidad-, luego, todo ese caudal emocional será transferido al ente Pueblo. Entretanto, los que han suscitado ese virulento rechazo, los protestantes, se afanan en la lectura individual de la Biblia, en su relación personal con Dios, sin jerarquías ni sumisiones, sin el sacramento de la confesión que te sindicalice a las instituciones religiosas.
El árbol de rechazo a la modernidad crecerá con el antiamericanismo y antisemitismo,Como ha puesto de manifiesto Villatoro, a quien Alejandro Baer reproduce en el libro Israel S XXI, tradición y vanguardía, esas dos poderosas ramas de rechazo a los valores de la modernidad son algo específico de las culturas hispánicas. Ya dentro de España, la más vieja tradición antimoderna se ha cebado históricamente en el Pais Vasco y Navarra. Dios, Patria, Rey, Fueros, Tradición todo lo que no fuera la unidad del mercado económico y la abolición de arcaicos privilegios, contra la igualdad democrática. La izquierda abertzale no es más que el carlismo evolucionado.
Antiamericanismo y antisemitismo moderno de raíz no estrictamente religiosa, sostiene Villatoro. En esas dos ramas de un mismo árbol del rechazo a los valores de la modernidad occidental, anidaría la vieja pulsión de origen barroco a la que repugna los valores asociados al mundo mercantil, al comercio y la industria. Nos situamos pues en las antípodas del desarrollo del capitalismo y la ética protestante de Max Weber.
A este mundo moderno y sus valores, las culturas hispánicas opondrán estatus y condiciones del Antiguo Régimen como la hidalguía, ociosidad, misticismo, clasismo, heroísmo, teatralidad ácrata pero sumisión a cualquier poder –pueden cambiar los regímenes pero nunca mudarán su afán de sumisión y disolución en las entidades colectivas fuertes: la grey, la clase social, el pueblo nacional.
Alejandro Baer y Villatoro, uno a través de otro nos dirán como el judío en general y el Estado de Israel representan los valores triunfantes de la modernidad mercantil (el hispano es puro, espiritual, y necesitado de alardear viejos oropeles morales, a los que sigue afecto, igual que en el Antiguo régimen).
Cuenta Villatoro, que la Guerra de Cuba de 1898 era sentida por la opinión pública como una confrontación entre soldados caballerosos y una turba vil de mercaderes, Estados Unidos”. El heroico palestino y la turba estatal moderna y democrática de Israel.
El probablemente mayor intelectual hispanoamericano, el mejicano Enrique Krauze, nos cuenta en su último libro, Redentores, cómo una panoplia de líderes americanos han profesado la gran religión anti-norteamericana (tampoco se están quedando atrás en antisemitismo), que como dije en otro post constituye la gran herencia cultural hispana común. Su verdadera creación y patrimonio cívico, político, cultural, simbólico e imaginario. Apenas serían sin el anti-norteamericanismo.
Estas culturas hispánicas acomplejadas, corales, ineficientes, aspaventeras, papistas, resentidas como es la sociedad española, no tuvieron empacho, durante la guerra de las Malvinas, en alinearse y tomar partido a favor de los militares genocidas argentinos, cuando aún se olía a carne quemada en las proximidades de la ESMA, en contra de la Pérfida Albión en 1982, con ocasión de la Guerra de las Malvinas. Así lo hicieron los acomplejados progresistas y conservadores hispanos; compactos, escuchaban las voces ancestrales de su ser histórico cultural o al inconsciente colectivo.
Ahora algunos siguen adheridos retroactivamente a lo genocidas militares argentinos, rememorando su heroísmo de bombo y salto por los peñascos ontológicos de las Malvinas en 1982.
La democracia liberal (MERCANTIL) del Reino Unido derribó a los genocidas argentinos, no los zancudos y percusionistas progresistas, ni Felipe González, todos cómplices. Simplemente debido, a un complejo de inferioridad atávico de raíz barroca (de honor y apariencia) y católica, que desagua en la izquierda (la españolidad más profunda).
¿Se entiende por qué los desprecio tanto, a los antifascistas sobrevenidos ?