domingo, marzo 04, 2012

La manifestación de los saharauis


Ayer sábado me crucé  con una manifestación pro saharaui. Iba en coche. Efectivos mínimos, muchos autóctonos, algunas chelfas, unas 60 personas. Se les veía desasistidos,  abandonados a su suerte. “¡Abandonados!”. La palabra tabú y del crimen que habría cometido  la España de hace casi 40 años con  ellos en la frustrada descolonización del Sáhara, situación que  se iba a reparar a base de una epopeya de solidaridad que muy despacio irían a protagonizar muchos españoles. Ayer un significativo abandono era el que con mayor poder de sugerencia se  elevaba por encima de los escasos manifestantes.
No encuentro ni rastro en internet de la manifestación. La primera vez, en 1975, no existía el más mínimo sentimiento de simpatía y solidaridad con  los saharauis, y sí de desprecio e inquina al “moro”  (acuñado por el racismo español) marroquí, pero después de tanta construcción de apoyo, ayuda y solidaridad, con tanto hincapié en su demostración (en el ambiente de cada cual) parece que se asiste esta vez a otro abandono más serio y descarnado: el de sus propios amigos animadores. Éstos en cualquier momento podían desentenderse del denuedo en su particular lucha (para que otros luchen de verdad), las víctimas de la historia no.
Unos ponían la aparatosidad, su propio virtud solidaria y maximalista, con  apoyo a tesis de principios de justicia  proféticos, muy por encima por tanto de la política, en cambio los saharauis han de ser a la fuerza políticos (no disponen del lujo de no serlo).
El estancamiento, la falta de horizontes y motivaciones, la impotencia y la frustración hacen que unos puedan abandonar la pista, por esos mismos motivos, mientras los arengados hayan forzosamente de permanecer en  crisis humanitaria crónica.
Qué se podría defender un futuro más justo y posible para los saharauis, de manera completamente diferente y eficiente… por supuesto que sí, pero habrá se ser cuando todos los que les abandonan –tenían su propia apuesta, la única que les  motivaba-, hayan definitivamente dejado el barco.

 Otra vez Christopher Hitchens
El mundo anglosajón   siempre ha estado alineado con la realidad, a través de  su pensamiento, concepciones y forma de vida. Escepticismo, empirismo, liberalismo, relativismo, utilitarismo, pragmatismo, el sentido común de la Escuela escocesa no me motivaban nada de joven por su pecado de origen, en mi ambiente  quien triunfaba era Francia y su intelectualidad, y después Alemania y su filosofía.
Me costó descubrir el mundo anglosajón.
Hay un pensamiento, tras el cual resuenan Oxford y Cambridge, que siempre fascina por su forma conceptualmente rigurosa, diáfano como si el pensamiento científico lo trenzara, de extrema claridad expositiva en su trabazón lógica. Los autores ingleses tienen esa rotundidad, despojados de toda sofisticación y sesgos metafísicos.
El ensayista más interesante –dicen, tras George Orwell-  de cultura enciclopédica, de vida trepidante e intensa, original y deslumbrante, ha sido Christopher Hitchens.

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