De vuelta hoy, unos 31 días después a Tenerife. Volvimos ayer por nuestros fueros al Simbad (el submarino) como dice la limpiadora brasileña Estela: al postureo (del que excluyó nuestro submarino), de esta terraza restaurante en una cala semisalvaje (construcción muy, pero que muy, residencial retirada), que colinda con la rompiente de las olas a cinco metros, de los cuales 4 son de arena. Se da un pijismo marbellí respetable, por cuanto un bently descapotable se ubica/se posa como una mariposa, a unos 8 metros de nuestra mesa.
El día anterior, es decir antier (como decimos los canarios) ya estábamos en el Simbad. No fue una noche memorable como la de ayer, en que " ¡Hey Al!" orquestó con dichos de rima soez, aunque bellos como endecasílabos; pero sí de exhibir nuestra propia estética entre baturra y cazurra, como puede verse, sin que se nos impidiera el paso, o se nos relegara en atención y servicio, hasta que conquistamos a un encargado andalusí de mucho arte, y seguramente guitarra y toreo.Nos vinieron a buscar "¡Hey Al!" y Serena con una botella Baigorri que tomaba el padre de Al y una colección de cervezas, que en papel hubiera equivalido a incunables, forzando un poco los parámetros, que desvié al chiringuito Simbad, presto-andiamo. Salimos y un lamborghini verde delante del coche de AL, de las casas con pisos con su propia piscina de enfrente.

Pero es que perpendicular al mío verdesito, tenía un BMW tan descapotable como el Bently posterior. Ya no vamos al bar lumpen de La Lonja de Cabopino, donde cada dos noches venían dos jabalíes por la basura.
- ¿Y estos jabalíes no atacan?
- ¿Y estos jabalíes no atacan?
- Son casi domésticos, solo les interesa la basura.
Esta año muchos más jabalíes y menos turistas
.jpg)


No hay comentarios:
Publicar un comentario