viernes, enero 31, 2025

Por segunda vez seremos abuelos (de norteamericano otro: y no vamos a pedir perdón)

Será el hermano mayor y ya se le conoce familiarmente por pillo, granuja y humorístico (que le nació el día de Nochebuena, por alguna de las suyas), ayer por video nos partimos de risa

Mi norteamericanismo de elaboración personal e infantil
Pasé dos veranos de 3 meses cada uno, en Alemania, estaba en el Deutsche Schule de Bilbao. Allí pillé (Fulda-Hessen) la construcción del Muro de Berlín, a punto estuvieron de repatriarnos a Mirari (monísima, a mi lado, donostiarra) y a un servidor. Mi padre admiraba a  los alemanes, sobre todo, por  lo de Made in Germany, como tras la guerra de los 6 días (1967),  a los judíos. Sin ninguna influencia descubrí a los norteamericanos. Los padres de la mujer de  donde me  hospedaba   tenían una granja a 200 metros de la Grenze, la frontera con la DDR, y veía a los vopos fumando al otro lado, que  inspiraban  temor, desconfianza, como la preocupacion que había en la casa viendo por televisión disparar a los fugados  (imágenes icónicas de las huídas de Berlin) del paraiso comunista del socialismo real.
Me aburría mucho. El niño de la casa tenía 5 años, y era trágico que le despertaran de la siesta, con su madre y abuela ibamos a veces al campo  a tomar té y apfelkuchen, donde había toboganes  y columpios.  Cada una pagaba lo suyo. Lo mío se lo pasarían a mis padres, imagino 
Con suerte veía pasar silenciosos convoyes del ejército americano, lso camiones GMC con la estrella de 5 puntas en las puertas.

 Intuí, tuve la certidumbre, la clara convicción y sentimiento que de ellos y solo de ellos dependia la independencia, tranquilidad  y la paz de Alemania. Lo supe, como lo saben los niños, nadie me lo dijo o insinuó
Mi exquista bilbainía- Este colegio alemán de Alameda Rekalde, ni el Kindergarten de Ibañez de Bilbao, salen en Wikipedia, inaugaramos el actual colegio alemán frente a Otxarkoaga.
 De algunos recuerdo los nombres. Este colegio alemán, previo al actual,  estaba en la manzana de enfrente del Gugggenheim, y nací en el número siguiente al museo, en la Clínica Aranguren de Alameda Mazarredo. Bilbainía que no descansa en lo real (Bilbao es muy bonito ahora ¿y que?), sino en su mitología,  en su ontología del ser tan sobreabundada, leyendas,  en el ser muy caricaturescos y desmedidos, de trazo grueso a carboncillo y 4 trazos, pero también en el odio:la insustancialidad bilbaína (pero amo la fanfarronería, como autoconstrucción por mandato). Como aquel Caraguapa de Particular de Indautxu, el del Mugiqués y su laguntxu...
Entre bilbaino-vasco o de  DC: de DC, ahí-va-la-hostia (en procesión, algo tan vasco).

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