martes, enero 28, 2025

El Día (Tenerife). Trump: tecnológicas y reindustrialización

Vi el discurso de Trump y hubo puntos del mismo que apenas he visto después reflejados en los medios, que no salen de Silicon Valley, Elon Musk, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos; de los gigantes tecnológicos. Sin embargo, el programa de reindustrialización apenas ha merecido atención. Trump pretende ser muy ambicioso: referencia expresa a trabajadores y empresas del sector automovilístico (expresa relegación de los vehículos eléctricos), y a las producciones nacionales, decidido apoyo al fracking con sus perforaciones y extracción sin límite de gas y petróleo, liberar al conjunto de la industria de las restricciones por contaminación, para aumentar la producción. Inevitablemente según seguía el discurso, uno tenía que evocar los planes quinquenales soviéticos, y el esfuerzo inhumano de industrialización de Stalin en las décadas 20/30 del siglo pasado con el «·Socialismo en un sólo país». Aunque sólo sea por este lado, un programa muy de izquierdas, aunque antiguo, porque la producción material ya no cuenta nada para el identitarismo Woke, de suyo, pura amabilidad, confetis y «te quiero». Aunque a la vez cerrojo, exclusión y proscripción gracias a la construcción de un enemigo blanco heterosexual (aquí fachoesférico).
El doctor, como sabe que aún pinta en Europa gracias a presidir (de aquella manera) el gobierno de España y antes de que se una al zascandileo del estadista Zapatero, por el Grupo de Puebla y el Helicoidal de Maduro, vuelve a erigirse en el líder que no puede ser: mentiroso, infantil, cobarde de huidas literales; y trata de enarbolar la bandera europea anti-Trump, ser su némesis, como antes lo hizo contra Israel. La verdad que, con muy poco seguimiento y ninguna escucha, que es lo que cabe esperar del político huidizo, que entra en Fitur por una puerta no usada y lleva las escoltas acrecentadas de Trujillo, Batista, y Somoza juntos. Este regusto por la ostentación psicótica del poder siempre le persigue. Como si se tratara un líder carismático como Trump, al que tanto se parece en sus maniobras autocráticas, que no en inteligencia, capacidad y horas de vuelo. Trump está haciendo de la política empresa, con sus juegos, estrategias y transacciones, puro mercado, no sólo de bienes, sino de concepción, relaciones y conductas. Nuestro autócrata, metido a guerrillero contra la ola derechista reaccionaria conservadora mundial que nos asola, no parece captar el Zeitgeist (revolución tecnológica cultural), arenga por su cuenta a la resistencia y el combate, con la credibilidad que da decir en Davos, que el presupuesto de España en defensa no es el último (relativo) sino el décimo. Datos archiconocidos por los presentes e imposible de engañarlos, mientras sigue gobernando con represalias de adolescente malcriado y soberbio, ahora a los pensionistas.

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