Durante mi semana matritense, compraba todos los días El
País y ABC, que ya no se vende en Canarias y que lo comprábamos los fines de
semana; nos gustaba leerlo con El País. Lo
echamos en falta. Había que
resarcirse pues. Llevo 3 días que por mis horarios totalmente
liberalizados, llego tarde a la gasolinera
y ya solo queda El Mundo, que no me
gusta, aunque tenga articulistas a los
que yo admire mucho: Arcadi Espada
(supongo que será la mayor inteligencia de España con Boadella) y Santiago González.
Este excurso para hablar
de algo leído en papel, por lo que hay relación: esa. Abro el otro día El País
y leo, resaltado, que ahora el milenarismo es mayor que en la Edad Media. Este
pensamiento es de esos que tienes y que apenas puedes compartir, si no es en la
inmediatez, e incluyo a mi hermano. Es ininteligible para el 99%. Encontrar a
alguien que no solo no piense lo
totalmente opuesto a ti sino las ideas
más íntimas, genera agradecimiento.
El señor que lo decía es Fernández-
Armesto, hijo de él del mismo apellido
que firmaba como Augusto Assía.
Un periodista que yo, incapaz
de distinguir nada de joven en las trincheras del bien y el mal, calificaba,
con la alegría y ligereza propia de esos lugares, de facha. Este
estupidez juvenil hay muchos que
aún la mantienen. No debía ser tan
facha porque el hijo de Armesto del que
hablo es británico, ni español
pudiéndolo ser. A los británicos les
resulta casi biológicamente imposible
ser fachas.
Ayer creo, le decía a XY que
si el ser humano ha precisado del mito y la religión para
sobrevivir, fijando los condicionantes del alma humana,
no van a ser los más incultos, mediocres y figuras de marketing político, los Zapateros de turno con su ignaro optimismo antropológico, quienes puedan decir o dar nada por superado por el ser humano o de permanecer preso de supersticiones. La pulsión, la necesidad no ha variado, tan solo el objeto revestido. Yo solo veo
supersticiones y religiones por
todos lados. Escépticos, descreídos,
nihilistas positivos en
sentido nieztscheano,
relativistas, realistas, mortales es lo
que yo no veo por ningún lado. Aunque
habrá países que los tengan.
El milenarismo es el nuevo orden, la nueva sociedad, el
cambio radical, el empezar de cero, al tierra de promisión y redención, la
yihad y Podemos (el socialismo
zapaterino, su mentor). Durante la Edad Medía constituyó una plaga entre masas y campesinos empobrecidos, siempre se anheló la ruptura
radical con el orden terrenal: El cambio.
Me levanto y leo que ha triunfado el Brexit, pero no
se abre la campiña soleada a los zorros correteando
amigos entre vacas y caballos, sino a unos
suburbios de oficinas angostas,
almacenes de papeles, nuevas cuestiones, indeterminación, una selva intrincada de extrema complejidad.
Armesto también decía que detesta el
pensamiento simplista, que consiste en
echar las culpas de las cosas a otros, no
se entra a considerar la posibilidad de algún análisis objetivo, previsión,
cálculo, interés, racionalidad, la motivación electoral empieza y termina ahí.
Lo bueno es que lo escribes en tu columna y tienes la
sensación de que estás experimentando lo que ya crees. Que nadie lo va a entender, a
pesar de que te limites a enunciar verdades
muy asequibles. Pero
perseveraremos.
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