Me molesta regresar a donde no quiero hacerlo, pero
compruebo que es difícil. Habrá que fortificar mejor las defensas. Hay un par
de personas cercanas que , aclarando su radical falta de simpatía por las denunciadas, dicen no debe hacerse lo que hice: denunciarlas. Eso dijo uno ayer en El Corte
Inglés, ni siquiera a mí, que ya me lo dijo, sino a mi hermano. Es
perseverante, y con muchas cosas que decir.
Debe ser de la "moral de vestuario", o la omertá, que yo deduzco bastante practicada pero es algo que
nunca he querido saber para poder aguantar en el medio. El corporativismo ha
sido una de las cosas que más he despreciado en mi vida. El corporativismo como totalidad orgánica, es
la que posibilita los mayores actos de indignidad y su función es obstaculizar
o impedir la justicia. Las películas de marines, sin ir más lejos. Dentro del
corporativismo se pueden llegar a cometer acciones, que a título individual no
se llevarían a cabo. Pensemos en las unidades nazis también. El
corporativismo es encubrimiento,
conjura, elusión de la justicia,
negación de la responsabilidad individual, cobardía, ejercicio de poder/masa ilegítimo, incapacidad de empatía con
la víctima, la solidaridad resulta con la corporación, es decir con su propio estatus quo autoprotector y
elitista.
Esta masa jamás llegaría a este tipo de argumentos y
análisis, les falta nivel. Por tanto, lo más sensato sería la distancia y el
silencio. Aunque todo se andará.
Pero nosotros si podemos entenderlos a ellos: los dos son
personas que hacen por ser ejes corporativos, por estar en el epicentro de la zona de confort, por
ser abanderados de la unión, apuestan
lícitamente por facilitarse un buen puesto: de referentes, dadores de premios,
necesarios, axiales, muy respetables…
Una hace grandes fiestas en su casa, abiertas, y
rabiosamente corporativas y el otro es el adalid de eventos: homenajes,
despedidas, beatificaciones con ungüentos varios de delicados
aromas. Dos figuras imprescindibles de
los saraos. Dos maneras también de estar en el mundo. Casualidades de la vida,
podría ocurrir que esas dos vocaciones (de líderes) no tuvieran nada que ver con el
corporativismo, y éste no les proveyese de compensaciones. Podría seguir, pero voy
a ser coherente, si nada queda pendiente
de hablar, no puedo extenderme. Iba a
escribir de cosas de mi vida, que van por otro lado, afortunadamente sin posibilidad de intersección y encuentro.
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