sábado, junio 25, 2016

En los que creemos


Muy de vez en cuando, y ahora  es la primera vez que lo pienso en alto, le  mando  a mi  hijo  algo  gracioso, ingenioso,  divertido  e intelectual,  que es, esto último, lo  que más y mejor  absorbe y potencia los  anteriores rasgos. Tenemos  gustos  parecidos. Como con  mi hermano. Y  me disponía  hacer lo mismo, hasta que he pensado que los personajes merecen mayor difusión.  
Me he reído tanto que he pensado que aparte de él, he de tener lectores de mi cuerda, que se puedan reír.
Fernando Arrabal, de quien leí en París su famosísima Carta a Franco lo que le re-exilió,  creo que es a la única gran  autoridad literaria  a la que he abordado. Fue hace al menos 30 años en la Avenida de Anaga  de Santa Cruz, se levantó  y me saludó muy simpático y agradecido. Me disculpé por  haber leído solo entonces  la famosa carta, lo que no le importó lo más mínimo. Es uno de los dramaturgos más importantes del S. XX del mundo, un genio   de verdad, cineasta, multigalardonado que  encuentra mucha verdad  y  congruencia  en ir  de  clown, se trata de una cuestión de estilo fundamental. Algo que ni Kant ni Heidegger alcanzaron en  su  vida, sometidos como estaban a psiques almidonadas. Trató a las vanguardias históricas,  a dadaístas (Trista Tzara in  person)  surrealistas (Andre Breton  y recua), Picasso, Dalí, Beckett… El otro Fernando, Sánchez Dragó es un gran escritor,  ensayista, orientalista, viajado, muy culto, mujeriego, aventurero,  sabio..
Este    tipo de personalidades de  jóvenes se  comprometen con la izquierda: Arrabal (cárcel y exilio), y Sánchez Dragó  (cárcel y exilio). Hay dos tipos de izquierda:  la  dogmática,  moralista, rígida y cerrada y otra intelectual, vitalista, exuberante, que antepone su libertad personal, y  a  la  que una dictadura le produce ronchas, intelectual y visceralmente. Pronto descubrieron que el comunismo era algo igual de repugnante.
Klaus Mann y sus hermanos Erika, Golo…hijos del  segundo príncipe de las letras alemanas tras Goethe, Thomas Mann, no soportaban  a los nazis, no les toleraban ni  en  los  cafetines nocturnos de Munich,   a  pesar  de ser jóvenes arios, ricos, futuros suicidas, artistas e intelectuales.  Todos  los jóvenes  hermanos fueron privados  de la nacionalidad alemana y tuvieron que escapar de los nazis. Conspiraron en el exilio contra el nazismo y trataron de convencer a su padre, Thomas Mann, autoexiliado en Suiza, que de una vez por todas se enfrentara al nazismo aunque fuera a costa de perder a todos sus lectores alemanes, que era lo que le retenía. Lo que terminaría por hacer desde la BBC todas las noches.
Estos dos  Fernandos eran incompatibles con  la ortodoxia, con la mera doxa  de izquierda.  Como  suele decir Sánchez  Dragó lo suyo es ponerse al mundo por montera. No pueden  con  lo  pobre y mezquino, la  mogigatería   gregaria, la  corrección medular,  los  encorsetamientos,  la hipocresía ,  el  miedo, las apariencias y  la sumisión, el decoro cobarde... en fin, comprobarlo 
Si queremos ser nosotros, hemos de liberar y   acunar, nutrir al clow que algunos  llevamos dentro. Son nuestro ejemplo, referencia  y faro


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