Materialismo y Empiriocriticismo, no cripticismo, fue el primer libro de Lenin que se vendió en España
legalmente. Lo compré y no hubo forma de leerlo de lo abstruso e indigerible
que resultó. Aún lo conservo.
Esta semana –de ahí mi absentismo- ha acontecido alguna
historia que me ha merecido prudencia y
de mi mejor reflexión analítica, y de mi empirio cripticismo ya que tengo
experiencia. Con toda humildad, a mí no se me puede subestimar como guerrero.
Tengo reflexiones que no las tiene la
gente normal, de por sí de tendencias apaciguadas.
Algunas de ellas son estas:
que el desenlace de una batalla lo determina a quién se le reconozca su determinación de llegar más lejos. Todas las
guerras son correlaciones de fuerzas, aunque se pueda con las adversas. La ruptura de las reglas de juego
justifica el funcionamiento sin reglas y por tanto de todas las medidas. Siempre
se ha de llevar las cosas al terreno donde
el contrincante nunca se va atrever a ir,
ni te espera. Es imperioso abrir varios frentes a la vez, es decir crear el
contexto de lucha más favorable, con el sol de espaldas y como dijo uno que me conoce demasiado bien, y
a la vez divertirse. Lo que pule el cariz del conjunto.
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