Leo que los fiscales de la Audiencia Nacional están
consternados por la nueva ley que pondrá coto a
la vibración hispánica de la justicia universal.
Dado que no reconozco en jueces y fiscales ninguna cualidad,
virtud, disposición humana que los haga mejores al resto de los mortales, habré
de fijarme en las condiciones objetivas de su función, que será un dato
esencial para analizar su labor. Ese dato inmediato que se manifiesta
contundente es su extraordinario poder, en aquellos que por ejemplo están en la
Audiencia nacional. Por lo que no habría que involucrar al resto en el
análisis.En ese panteón del Poder (que es máximo) junto a probos funcionarios que tratan de hacer lo mejor posible su trabajo, están los que, seducidos por las candilejas del proscenio, continuamente emiten una semiología de signos elocuentes y significativos. Coquetas melenas o cabezas rapadas, sombreros Bogart, alguno aspecto bohemio, chulería, actitudes desafiantes, combativas, regeneradoras, justicieras, sacerdotales, visionarias, campechanía con distancia, afección mediática, éxtasis individualista, afán de popularidad y notoriedad…. La Audiencia Nacional desde el punto de vista humano es el gran mosaico de pasiones, ambiciones, poder, reto y desafío, atención del gran público, misiones prometeicas –no se puede dar más- es ese supremo teatro español que rescata todo nuestro barroco para variar, que sin duda es la Audiencia Nacional.
La técnica y el rigor jurídico no son autónomos ni objetivos, no siguen un curso científico, ciego, aséptico, desinteresado y mecánico. No; el mundo como representación que decía Shopenhauer ostenta la total prevalencia, son las pasiones humanas las que mueven el mundo, con la fuerza de sentido que dan los símbolos, el poder de significación de los signos, el impulso que fijan las opciones pasionales, la necesidad de satisfacción de las demandas narcisistas... Bajo su influjo, la técnica jurídica no es más que escritura automática, que dirían los surrealistas.
La prueba de lo que digo es que si las resoluciones judiciales fueran las que mandaran por sí solas, y ajenas al mundo de pasiones de ese gran teatro, no habría fans, seguidores, holligans, imágenes en Facebook, jaleadores, aplausos, vínculos, giras, redes. El pecho toro del condenado Garzón en el Facebook de esa España mezquina y sectaria, celebrado por el populismo saqueador argentino, el aparente jerezano con pinta de nieto de bodeguero Pedraz, allí en Bagdad tan guapo, queriendo poner firme al ejército más poderoso del mundo – la expresión más escenográfica de las pasiones humanas es la Audiencia Nacional donde mora Shakespeare-, por un periodista muerto hecho consigna política por su propia familia e izquierda española. Anguita ofreció dignidad con su hijo muerto, no como esa familia activista.
No conozco de ningún juez perseguido por Dictaduras, sí por terroristas y mafias. Hay un juez que ha decidido perseguir al presidente chino por una causa popular, populista, de parte y muchos seguidores...de aplauso entusiasta e irresponsable.
Nada le importa que se abra una crisis diplomática y económica, que miles de familias se pudieran ver sin trabajo, o el desarrollo que permite pagar pensiones mermado o tocado, nuestro príncipe de la justicia, tendría la sagrada comprobación de su poder y fuerza: dos países derrotados por uno solo funcionario. Es la pureza del teatro: Deux ex machina. Saben que sus hooligans de parte no toleraría que mostrara su interés justiciero por Venezuela, Argentina, Turquía, Cuba, o Gaza, lo saben, se abstienen, miran a su propia grada.
Sé que los jueces tienen que cumplir con su deber, pero entre el poder omnipotente del juez que vence países y rompe economías concretas, me quedo con la responsabilidad de los políticos, entre el evaramiento del hacedor de justicia universal me quedo con los que trabajan por el bien colectivo y material de las personas.
Estos jueces, cómicos de escenario, no han leído a Maquiavelo, ni a Locke, Hobbes, Marx, o Lenin, llegan en el esplendor de la imagen y la representación, de la confabulación estético moral que marca esta época.
¿Pero es que alguien cree que jueces hispanos y argentinos sean los que pongan en marcha la justicia universal? Es otra endemismo de una parecida cultura dominada por la picaresca y los atajos, la afectación e hipocresía. Y holligans, barras bravas...