Tiene que ser bastante lamentable amasar conocimientos para
luego ser un mero/somero vulgar/divulgador. Me topé recién en el Corte Inglés con un compendio de la
historia de las religiones. Y como era
historia y eran todas, lo compre. Así repaso, pensé. El autor es un ingeniero
mayor, dos más que la añada de mi madre. Es un poco todo sin pies ni cabeza, de forma que en las primitivas deidades
mitológicas del Creciente Fértil no coincide uno de los nombres con los que
conocía.
Este ingeniero es un divulgador que está en posesión de un amasijo de
conocimientos apelmazados: o le faltan o le sobran (a efectos expositivos, no de sapiencia
elaborada); las líneas de desarrollo directamente no existen. Es una especie de bazar o un Todo
a 100. Como podemos llegamos al cristianismo, antes se ha permitido
chistes de obra como los piropos, y destila conservadurismo aromatizado con
librepensamiento de garrafón. Pero eso en España
tiene fácil arreglo: coger la ola.
Con el cristianismo se luce nuestro intendente, almacenero,
guarda, acaparador sin criterio, o copista, ya que lo descubrimos
súbitamente crítico (burlón), una
especie de Sócrates con el grosor epistemológico
de Kant. Se mofa incluso, nos advierte que son patrañas y que todo en la Iglesia
es finalmente lucrativo (los insoportables hispanos benditos). Con el Islam,
balsámico; pueden producirse malentendidos y
episódicos descarríos, pero la doctrina intocada. Refuta nuestro
ingeniero a Santo Tomás, embiste contra el cuerpo teológico de la 5 vías de demostración de la
existencia de Dios (un evidente esfuerzo
intelectual) y lo cornea con una palabra prestigiosa, una risa jocunda : oscurantismo u otra palabra de apresurado y
fácil punto final.
No entender la importancia de la religión o el mito denota
muchísima incultura. Creo que es el mayor signo. Algo que está muy bien
para el páramo cognitivo de IU y magma progre
afín de mentes adelantadas y lineales. Ese punto siniestro de la España inculta,
zafia, vaga, anti-intelectual, gregaria y cobarde, aspaventera, demagógica,
capaz de olfatear de lejos la corrección y los estándares de la calle, y plegada
siempre a la voz dominante, con pujos encima de estar de vuelta, alimenta aún
más mi antiespañolismo. No creo que en
otro país pasen en estas cosas tan frecuentemente, que haya tanta incultura como en España.
Y eso que España podría cautivar por interesante –infinitamente más que sus
cómicas regiones-estados imperiales-, con los que no hay nada que hacer es con
los hispanos (o españoles).
Me paso al último libro sobre el Islam que he leído y lo tengo aún a mano, es de un argelino y todo es normal, no se ve obligado a presentarse y a hacer figuras estúpidas.
Me paso al último libro sobre el Islam que he leído y lo tengo aún a mano, es de un argelino y todo es normal, no se ve obligado a presentarse y a hacer figuras estúpidas.
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