sábado, junio 29, 2013

Cómo amasé tanto rencor (memorándum)

Menotti y Videla
 Algunos de los  que sobrevivieron a su paso por la Escuela Mecánica Naval de la Armada, la temible ESMA, cuentan como los torturados  oían los  alaridos de júbilo de los argentinos en el estadio del Monumental, donde se celebraba la copa del Mundo de 1978. El Monumental  y la ESMA están al norte de Buenos Aires y no distan mucho entre sí.
Aquella   tarde soleada de junio de 1978 me encontraba en casa de un amigo en Bilbao, a donde habíamos ido a ver el partido de la  final entre Argentina y Holanda. Una final política y amañada en la que  Argentina se había clasificado tras  vencer a Perú por 6-0, los tantos justos que necesitaba para clasificarse. Aquellos eran parte de los amigos de siempre, a los que en los últimos años apenas les trataba.  Creo que todos querían que ganase Holanda, les encantaba como jugaba. Mis motivos eran bien distintos.
A mí el futbol nunca me ha gustado, pero aquella era mi final y yo tenía a Holanda,  a la Naranja Mecánica –no la Escuela Mecánica- para doblegar, humillar, denunciar al triunvirato militar y a las masas argentinas, que daban más miedo que el ejército de asesinos en serie.  Vi entrar en la tribuna a Jorge Videla, Massera  y Agostí y el delirio de la turba con sus amos atronó. El himno y   la soberbia de los detentadores de poderes ilimitados, de paisano para la ocasión. El equipo argentino en comunión con amos y masas fanáticas, expelían todo el hedor a miasmas del chovinismo más inflado del mundo. Cantaban el himno patrio, un rugido de muerte, muertos y desaparecidos. Los tam tam tribales, la  percusión argentina llamaba a la contienda y a la ebriedad nacional.  Daban ganas de vomitar. Sentía un odio neto, cósmico, diamantino. Por supuesto que desee que el estadio Monumental se viniera abajo con todos dentro. Me acordé de los presos, ahora no les estarían tocando, tenían hora y media de descanso e igual también la noche, los torturadores lo celebrarían si es que ganaban.  
El Monumental era el bramido que salía de las vísceras de un monstruo, más vísceras, el zigurat de la magna visceralidad de ese lado del Río de la Plata. Enfocaban a Videla, a Massera y Agostí, reían, saludaban, se intercambiaban confidencias, estaban en su gran ceremonia diplomática. Tenían que demostrar al mundo que quedaban argentinos ilesos, y vaya que si quedaban: la inmensa mayoría, que cuando no rugían callaban como muertos. Rugir como jaurías o callar en silencio sepulcral, la ley del péndulo argentino. Muchos signos de la civilización estaban completamente en suspenso. Nevaba confetis, papelitos  y serpentinas sobre la cancha. Ha  sido el partido que con  más intensidad he vivido.
En 1938 fueron las Olimpiadas de Berlín, el mismo Hitler por entonces no había llegado a nivel de criminalidad que ya contabilizaba la Junta Militar. De eso me acordaba también y se lo decía a mis amigos a los que solo les interesaba el fútbol.
En esto llegó  la apoteosis: Ganaba la megapatria. Los argentinos tendrían que reconocer que jamás fueron más felices, si exceptuemos los raptos de literal éxtasis  mariano  con Evita,  que con los dictadores, y que están en deuda  con ellos. Ellos les trajeron  la copa del mundial y a aquella gran gesta militar-patria de las Malvinas. Con ridículo argentino aplazado.  Me juré que no olvidaría nunca tanta infamia, unos criminales celebrados por un pueblo ebrio de delirios de chusma y,  siempre, fanatizado. Tampoco de los hispanos, para variar, que les apoyaron. En lo que a mí respecta  aquel juramento de rencor, renovado con la aventura de las Falkland, lo he cumplido siempre, nunca he desaprovechado la ocasión de echárselo en cara a los argentinos, en cualquier circunstancia.   
El otro día nuestro agente K (komintern), dijo que en aquella fecha estaba  en la comunión de señores y siervos (perdón por hablar como Nietzsche) con Argentina frente a Holanda. El odio de los comunistas a la libertad es basilar, es la precondición. No menor es el odio a las dictaduras solo si son de derechas, y psicópata adoración religiosa por las de izquierda y sus hombres siempre providenciales y patriarcales. E histriónicos. El comunismo es la única doctrina que tiene como fundamento político la propia dictadura, la del proletariado (ya no la aluden) que suele usufructuar una casta muy reducida.
En el caso de aquella copa del mundo, existía ya pleno conocimiento de todo, leíamos como aparecían los cadáveres torturados por  la triple A, sabíamos quiénes eran Cámpora,  Mª Estela Martínez de Perón y López Rega, “el  Brujo”, también sabíamos de  los coches parapoliciales, los siniestros Ford Falcon, y conocíamos las acciones de Montoneros y el ERP (troskistas metidos, en contra de su teoría política, a practicar el terrorismo individualista y pequeño burgués).
A todo esto ¿dónde andaban los tardo izquierdistas sobrevenidos de los Kirchner durante tantos años? No tienen la suerte de ZP, porque estaban en edad. ¿Se les conoce algún rictus de desagrado al menos?
Mis entonces admirados Montoneros y ERP, aunque no tanto como los Tupamaros uruguayos, eran terroristas que cometieron numerosos crímenes, tantos como los republicanos españoles (bueno, en este caso es terrorismo de Estado, el equivalente a la Triple A), como hube de reconocer con los años. Según Horacio Vázquez Rial que los conoció dentro eran verdaderos psicópatas.
Hoy en día en Argentina existe una asociación de víctimas del terrorismo (no del  Estado/Madres de Mayo), que  encuentra todas las puertas cerradas  por la misma chusma que jaleaba a la Junta en el Monumental o frente a la Casa Rosada cuando invadieron the Falkland Islands.
Como a los comunistas del carbono 14 ya es intelectualmente imposible seguirlos, hacen chistes  o cuentan anécdotas como los Testigos de jehová o mormones, pero no razonan ni argumentan, nunca, les basta  un chascarrillo, una pequeña paradoja y una risa de premiado. La verdad del creyente que no es preciso defender.
El agente K no dice que Menotti es comunista. Como si fuera un dato astrológico o científico, no sabido por nadie y decisivo en el curso del mundo.
Los comunistas aunque hacen presidir sus vidas de moral estricta - ¡por favor, la famosa superioridad moral de la izquierda!-, siempre han defendido los mayores crímenes de la humanidad, no en vano encarnan e interpretan las condiciones de liberación final de la humanidad. Bajo esa creencia en los fines superiores, están justificados las conductas y medios más inmorales y abyectos. Como la redención final del cristiano es compatible con arrostrar todas las penalidades. Los creyentes son uno (idéntica estructura y función, pero diferentes contenidos), aunque los cristianos tienen más espacio para la conciencia individual, del que el comunista carece.

Menotti encarna  a la perfección valores comunistas como son  el oportunismo compulsivo, la frivolidad, la falta de escrúpulos inherente a los comunistas que en el mundo han sido, la anteposición de razones abstractas a cualquier razón de humanidad o de honestidad personal. Las fichas de la Historia deben someterse al todo. No sería comunistas en otro caso.Afiliado al partido comunista en plena orgía ultraizquierdista, siempre me asombró por sus maneras de pijo argentino. El pijo argentino dandy, de pelo siempre largo y  algo descuidado (de La Sorbona y el Barrio Latino), la elegancia más europea de toda Europa, y la pulcritud  de los recién  salidos de los campos de polo y las canchas de tenis argentinas. Y  a punto siempre de filosofía. Sabedores de que el mundo les envidia, lo que impide cualquier descuido escenográfico.

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