Es el verano anterior al que dejamos en el post de abajo. Detrás de la foto pone: “de Bonn-- 9 de agosto (es 1960)
WEILBURG—en el viaje –Ama, Mirari, José Mari--- a Fulda". Quien sacó la foto
fue la madre de Mirari. Fui rescatado por ellas de la familia (joven pareja con bebé que tendrían poco más de 20 años) con la que estaba
en las afueras de Bonn (para ir a Fulda),
para quienes era un estorbo aunque
interesante.
Se puede observar como a Mirari le llevo unos pocos
centímetros, que al año siguiente, cuando lo del Muro (post de abajo), ya
serán bastantes más. Nunca supo Mirari
cómo turbó mi niñez.
Advierto que albergué sentimientos, intuiciones, certidumbres
vehementes, preconceptos de la situación política alemana. Me llegaban sin
condicionante o intermediación de nadie. Signos-significación-sentido. Era muy
capaz de interpretar -además de ver, tensos, la televisión-, las caras y escuchar lo que decían quienes
vivían a 200 metros de la frontera de la DDR, y podían ver a los vopos a diario
(yo los veía cuando se les visitaba). Era frontera de un solo lado, lo que
suele ser demasiado concluyente. Aunque hay algunos que no llegan a estos
niveles de comprensión/constatación (disparando anécdotas, chascarrillos y
alguna Verdad/dogma-talismán recóndita y de ocasión).
Aquí, ya en Fulda, en cometidos de Gastarbeiter
En los Encinares de Mundaka. Todavía éramos pandilla,
estamos el núcleo de lo que luego sería la cuadrilla ampliada. Formamos: Javi
Vidorreta (+), José Mari Ibarra, Manolo Canto, JML y abajo Txetxu Navascués, Javi Canto,
Rafa Salaberri (+) y Fernando Navascués.
A partir de hoy estamos en la Memoria (internet): FUIMOS,
qué menos.
Ibarra y los Canto, matritenses (de capital y se notaba),
los demás, bilbaínos (de provincias). Estábamos en plenas iniciaciones. Hacíamos chocolatadas, tortilladas… y ligábamos con pandillas de chicas, de pandilla a pandilla, a modo de dos esferas completamente
autónomas. Siempre había a quien le
gustaba alguien, que era lo que se comentaba entre todos; cerillitas, besos,
prendas y artimañas que nunca salían. Salimos con pandillas de chicas de todos los
pueblos de alrededor. Éramos como una pareja que empezara a salir, aunque colectiva, 2 sujetos plurales, un ejército con otro ejército. Al monte llevábamos
tocadiscos de pilas, el Philips, y gracias a Rafa Salaberri, en monte y en
garajes (guateques) teníamos todos los
Beatles, Rollings, Hermann Hermits, The Animals, The Papas and the Mamas (USA)…
que se editaban en o vía Londres. Ya nos emborrachábamos, nada con lo que
vendría años más tarde.
Finalmente, la Caída en la juventud: Plaza Elíptica de Bilbao,
al fondo el antiguo Gobierno Civil. Fotógrafo
de calle. Si no estuviéramos bebiendo no tendría ningún sentido la foto,
y la pinta crapulosa que ya se hace evidente. Con mi gran amigo Pedro Labaka.
De todos los amigos de juventud, éste ha sido el único que ha tenido una vida que
pudiera ser algo cinematográfica –tiene biografía-, con una apuesta decidida
por la desmesura, rebasando siempre límites y subido a los trapecios de mayor
osadía, mujeriego envidiado y hasta
odiado, bala (ráfaga) perdida, pero muy noble y distinto.
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