He comenzado a ilustrarme sobre los fetasianos, modalidad atracón y empacho –saqué 5 libros el viernes-, hasta donde yo conozco, la generación narrativa por excelencia; creo verlos atenazados por la pinza de Gaceta de arte de un lado y la generación de los 70 de otro, es decir por la vocación cosmopolita y vanguardista de la facción surrealista (aunque no fuera solo surrealista) de Gaceta de arte y la generación de los 70, de pujos experimentalistas y sometimientos foráneos.
No entiendo la puesta en duda de la falta de tradición narrativa en Canarias, porque estando los fetasianos no es posible. Su principal vocero fue al parecer Domingo Pérez Mink, que es un crítico curioso que se adentra donde los demás no lo hacen como es el teatro y literatura extranjeros… de manera enciclopédica, pero no por ello deja de ser muy poco profundo. Cultiva el ensayo literario cuajado de adornos embellecedores y efectos retóricos -es ensayo literario, muy literario periodístico, más que crítica-, conjugado con el conocimiento del archivero.
Lo que sobre todo me llama la atención de él, es su falta de profundidad. Un solo ejemplo en una sola tarde leí 4 comentarios de filósofos, atreviéndose incluso con Lacan, todos ellos eran colaterales y anodinos, cogidos con alfileres. Seguramente los que pueden leerse en una revista, un prólogo, entrevista o cualquier reseña.
Estaba demasiado adscrito a la vida social y sus crónicas culturales. Era capaz de ponderar y degustarlo todo y nada parecía disgustarle, sino que todo agradarle y con todo disfrutar, sumamente complaciente para ser un crítico. Será de palabras amables y musicales y se hará merecedor de su fama británica, pero no crea sustancia, ángulos, teorías o tesis. A lo sumo máximas que luego suenan a eslóganes. El ser feliz y no ayuda mucho en estos menesteres. No ha dejado un corpus “teórico”, unas determinadas concepciones o ideas sobre características de autores o movimientos, no hay un tamiz por el que filtrara sus críticas, ni unos fundamentos que apuntalara una visión clara, sino veladuras suaves y complacientes de acuarelista -versos sueltos que los lleva el aire- que frecuenta la vida socio cultural. Escribía sobre alguien o algo con carácter particular y circunstancial o testimonios de su vida, pero no lo hacía con carácter general, abstrayendo características, formulando juicios generales, proponiendo enunciados teóricos o ideológicos. No sé de las ideas que tuviera Pérez Minick, suele bastar decir que no se sometió al diktat bretoniano, ¿pero eso es suficiente?
Por supuesto no entendió a los fetasianos, fue muy parco y condescendiente. Le sobrepasaron. Pérez Minik califica a los fetasianos de filósofos y metafísicos, mientras sigue esperando a la narrativa canaria, que los anteriores parece no colmatan.
Tenemos un dilema o contraposición clara, de un lado está la superficialidad del crítico y por otro la verticalidad y hondura de los fetasianos. Creo que son estos los que finalmente delimitan al crítico y lo colocan en su lugar. Resultará enormemente pueril, amén de significativo, las observaciones que hará al final de Antes del amanecer de Isaac de Vega.
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