domingo, noviembre 06, 2011

Mi último libro: Línea Líquida


Estoy terminando de corregir y de dar pinceladas sutiles pero certeras, eso me creo y espero,  de las que son capaces de arbitrar emociones, a mí último libro de  narrativa que se llama Línea Líquida (no se lo debo a Zigmunt Bauman como  los intelectuales pensarán, sino a un letrero que creí leer, que luego resultó de parecida leyenda). En su lentísima construcción se le han colado tres libros de ensayo (uno tipo panfleto). Le calculo al artefacto 300 páginas  por lo que voy contra mis propios  principios (siempre entre 90 y 120 pág.; el del Sáhara saldrá por 150 con prólogo, o un poco más).
He realizado todas las podas y amputaciones que he podido, pero el artefacto se resiste como un viejo roble.  Era precisa la proyección de un tono, de un determinado aliento si quiero hurgar en el sentimiento de quien lo lea, si quiero conducirle a ningún puerto sólido, al acontecer, a lo  intransitivo que aun así sea pasto de cierta trepidación. Como la vida ordinaria, de los que no estamos por ese tipo de asientos.
Qué tipo de narración es -para definir el dato perentorio de la sweet sistematización dogmática- se preguntaría Jesús si no supiera más o menos de que va, pues una novela, le contestaría a otro que no fuera Jesús y lo hiciera. Una novela que al no ser una  novela solo puede ser una no novela (no hay historia) y no otra cosa, porque guardaría con las otras modalidades narrativas  mayor distancia. No hay historia, no se busca y construye una historia, porque la historia está, siempre está donde hay acontecimientos. Y aparecen distintos sujetos danzando por ahí además.
La narración va sobre hechos de vida, pero no es un diario, porque el libro corre  veloz de principio a fin y no hay cronología ninguna, ni consignación de hechos desconectados y parcelarios. No hay capítulos. A lo más espacios en blanco por la longitud. Lo que es todo un reto, ser capaz de mantener el interés sin que nunca desfallezca.
Tampoco es memorialista, porque no se exalta el pasado vivido, la gente conocida y gloriosas hazañas protagonizadas, en el libro no hay una sola hazaña, ni la más mínima gloria (tampoco deshonor), ni reflexiones profundas sobre la vida. Ni media meditación ni mínima tentación psicológica.
Tampoco es un libro confiscatorio de un blog, porque no hay espontaneidad aleatoria, quiebros, abandonos, escaparate de reflexiones o avatares. Y los protagonistas están ayuntados como bueyes, no son  vulgares figurines.
Pero juego las que creo que son mis mejores bazas, cierto ingenio, algo de humor, no mala capacidad de análisis y discurso, y un punto de vista que me mantiene siempre en desorden y a contra luz de todos los centros estipulados. Y algún otro mérito del que, existiendo realmente, no tenga conciencia de su flotar.
Este descripción podía haber sido mi libro, ajustarse todo él  únicamente a lo acabado de escribir, o a su anuncio nomás, un libro sin materialidad como el arte conceptual de los años 70, cuando  en el propósito o la idea se consumaba la obra, no es así, mi libro existe y va a nacer. ¿O bromeo?

2 comentarios:

el escritor escondido dijo...

Tiene buena pinta. Y el título me encanta.

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Gracias Nuestro Amado líder