martes, noviembre 01, 2011

El único delirio tolerable es el individual

Pocas ofensivas he conocido tan virulentas, persistentes, generales (diremos holísticas) contra el principio de realidad que las acometidas, al calor del discurso dominante durante  el septenio de posmodernidad   meliflua y lacrimógena, por el gobierno de los insuficientes delirantes.
Éstos, los más  capaces –que se han hecho un hueco en la historia local de la  infamia -, sobrados de dotes para el gobierno como han  demostrado,  se dedicaron a refutar al mundo, a sus universidades y museos, a  la Historia, a la memoria  (cartografía,  tratados internacionales, heráldica, realidades objetivas) y a las nociones básicas de los demás países, reordenando los mapas políticos y las constancias históricas de España que el mundo también había creado y conocido. Éstos, los más capaces, adanistas  -que es la incultura ya solidificada- reinventaban España (estos Ortega y Gasset, estos unamunos, azorines, madariagas, marañones, estos menedez pelayos y pidales… intelectualmente camisas pardas) diciendo entre otras cosas que España   era un concepto discutido y discutible, lo decían con la ampulosidad  solemne de los más zafios, como si vivieran  en los bares de Hernani, en los lúgubres batzokis de Bilbao, en la sacristía de Montserrat  y en la Casa del Pueblo de  Las Rozas. Inventaban naciones que jamás existieron, desconocidas por el mundo. Inventaron una memoria histórica que era pura ignominia, sectarismo y  revanchismo enfermizo  y una falsa II República, inventaron éticas y confiaron en la ingeniería social en la enseñanza, inventaron estados  grandes superficies en el que el poder de sonrisa falaz paseaba por pasarelas afectando encanto de izquierda, lo inventaron todo.  
La realidad implacable de la crisis les ha arrojado al basurero de la pasayada, bajo las coordenadas de la realidad objetiva todas los enunciados, inventos, debates que relucieron en el horizonte aparecen ya revocados, mendaces, increíbles, a una cota de la estupidez del Poder capaz de compertir a escala mundial en la Historia.
A medida que la realidad se vaya imponiendo, por la crisis, más alucinante nos parecerá, a poco que hagamos memoria, las preocupaciones, debates, tesis,  valores, tan delirantes  y bobos, del día a día durante este tiempo.
No podemos tolerar que el delirio de cuño oficial de las masas jaleadas por el poder  de los ineptos expandido en masivos estados de opinión ahogue nuestros delirios más personales y auténticos.
El principio de realidad en el espacio público y en la sociedad es innegociable, gracias a él podemos habitar en nuestro propio delirio, la imaginación y en la fuerza de la creatividad, siempre a título individual.




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