Fuimos a cenar con Iñaki y Pilar al libanés tras el ritual de siempre, pero con mi hermano que quería conocer a Iñaki, quien bajaba con su libro, dedicado a él con alguna palabra en griego. Pedimos lo acostumbrado, que es variado, pero mi hermano, ni aun pidiendo cosas diferentes, pudo someterse a una disciplina alimentaria de grupo o a criterios unificados. Como era todo tan variado e indistinto no tenía la sensación de pertenencia en exclusiva del producto. Así las cosas, resolvió cuando terminamos pedirse tres empanadillas (o equivalentes) más, que serían y fueron solo para él.
Hice para que mi hermano rutilara y la mesa parecía la academia de Platón escuchándole perorar.
-Hermano: Wagner- le requerí en un momento determinado. ¡Qué altura! Iñaki comentó de llevarle a la facultad de filosofía para que diera una charla sobre Wagner.
Fuimos al Parra y allí fue intuido y luego requerido.
Mi hermano no deja de cosechar éxito tras éxito entre mis amigos (sólo les falta pedirle autógrafos… para que se malogre), sin embargo y en franca contraposición casi ninguno con los señores advocats, de momento. El, además de todo, es un estudioso de la jurisprudencia y habla infinitamente mejor que el más empeñado de ellos. Lo cierto es que los señores advocats tan pronto salen de su medio, tampoco obtienen éxito y desde luego no son escuchados ni se les presta mucha atención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario