domingo, noviembre 06, 2016

Mis hijos de puerta en puerta en Washington

Las barras y estrellas custodiadas por su animal totémico
Al parecer llevan días, tras salir del trabajo, yendo de puerta en puerta pidiendo el voto para Hillary. Por supuesto, con Obama se entregaron. Hace unas semanas mientras mi hija estaba en El Cairo, mi hijo fue a un mitin de Hillary, según contó a su madre le gustaron mucho las mujeres que asistieron, le recordaban a ella. La verdad, que de lo que más hemos hablado (y lo hacemos por teléfono) siempre en casa ha sido de política, sociología. Desde el conocimiento y el análisis, detestamos las etiquetas. Igual por eso evito hablar fuera, me molesta,  salvo con amigos  muy contados. Ni que fuera patrimonio familiar no compartible.
Curiosamente, aunque mi hijo haga otras cosas y lógicamente más importantes, el valor simbólico de esas acciones, para mí personalmente representan mucho. En algún sentido es como si hablaran de mí, es como si señalaran o iluminaran el camino de mi vida, al concentrarse los valores, sueños e ideales que en el fondo admiraba, y realizarse increíblemente próximos. Los que  ni siquiera tuvieron forma y formulación, pero que latían en el inconsciente más que, para ponernos freudianos, en los ideales del yo. Aunque pueden que sean también inconscientes o en parte.
El más vasco de entre los vascos, desde luego admiraba el cosmopolitismo –me resultaba  inexplicable que me gustaran los pasadobles y me pareciera alucinante y sublime  la extensión del idioma español (que jamás confesé)-, más que el universalismo (que no es  más que declaración de intenciones), y siempre me atrajo la implicación política en países de adopción y elegidos  como Lord Byron, Lawrence de Arabia, Montesquieu… y el tercer elemento: la fascinación por la política, pocas cosas más nobles, aunque masivamente ocupada por los más innobles, el ágora de masas y mediocridad.
 No concibo el blog como los especialistas en  temas que atrae a los interesados y han de esmerarse mucho,  aunque yo tenga dos o  tres al respecto, perfectamente  descuidados. Prefiero los blogs personales  similares a diarios, notas, divagaciones ya que en esos está la vertiente literaria, ese desenfreno, y donde queda entronizado el autor, que forzosamente se hace o literario o imbécil perdido. Como un diarista, que es lo que confiere encuadre literario al gusto y necesidad de escribir. Ya se rellenará.
Mi último libro
No tengo ninguna duda que es muy bueno lo que he escrito, y lo digo  conteniéndome solo  porque es mío. A mí me interesan las opiniones de 2 ó 3 personas, que son muy cualificadas. Mi hermano que lo está corrigiendo, el viernes en el Atlantic me dijo sin preguntarle que era el mejor. Otro familiar, mi hijo, me escribe desde Washington que es “simplemente fabuloso”, que soy un auténtico intelectual y que le ha encantado, me envía correcciones sobre la marcha.    Quien ha sido capaz de escribir, con nivel absolutamente inédito, de sindicalismo, lógicamente puede con todo. Me lo  tuve que plantear como reto literario y ensayístico.


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