El hombre sin atributos, es el libro más representativo del escritor austriaco Robert Musil, su grosor pese a lo sugestivo del título me abatió, los grandes lomos o grosor de los normalmente me abocan en un momento determinado a la deserción, fue casi el caso. Algo rescaté, éste se desarrolla en el Imperio habsbúrgico para el que Robert Musil forjó un nombre figurado: Kakania (de Kaiser y König: KK en todos lados; emperador y rey) y ahí también se desarrolla el libro. El hombre sin atributos se llama Ulrich y su contrafigura es Peter Arnheim, que es el hombre con atributos, ambos emplazados a los grandes fastos que, a todo tren, se van a celebrar en Kakania. Se trata del jubileo del emperador. El hombre sin atributos, Ulrich, nos proporciona algunas trasposiciones y trasuntos cercanos. Ya les hubiera gustado a los emperadores del Imperio Austrohúngaro, disponer del calendario de las celebraciones exaltadoras (simbólicamente) de Franco, que orquesta nuestro hombre ridículo, que ningún emperador hubiera soñado tener, cincuenta años de muerto en la cama. Lo que no le ocurrió, a diferencia de Franco, al heredero del Imperio, el archiduque Francisco Fernando, asesinado en Sarajevo. En la novela también figura un personaje femenino, Diotima, que podría cubrir perfectamente Begoña por su apetito áulico, pero a la vez Sissi Emperatriz, aunque nos tengamos que apartar un poco del guion. Begoña siempre sería mucho más. Aunque solo sea por su falta de escrúpulos y vergüenza, el morrazo que tienen, le daría más relieve literario y dramaturgia, incluso imputaciones procesales por delitos. Una cortesana que adora a su emperador, que para ponerse a su altura (parasitar), debería haber ocupado el palacio real vienés con séquito y despacho de asuntos propios.
El jubileo del emperador en que participan nuestros protagonistas literarios se llamará Acción Paralela; qué otra cosa nos ha de sugerir, fuera del hombre sin atributos, si no es la Administración española, la corrupta acción paralela del Estado intervenido, la Administración patrimonializada, moral pública y ética en estado de anomia desmanteladas, de la banda y bandada de “pájaros”: Ábalos, Koldo, Aldama, Ángel Víctor, el fiscal general, Armengol, hermanísimo. Pero la dicotomía que se produce entre el Ulrich, hombre sin atributos y Arnheim con atributos, es menos clamorosa que la que se da entre el Rey y el personaje grotesco, que, por la configuración exacta de sus conductas, servirán de contraste por claras antinomias: dignidad-irrisorio, responsabilidad-cobardía, entereza-lloriqueos, sentido del deber-abandonos a capricho, rectitud-corrupción, claridad-opacidad.
Públicamente proclamó, tan ridículo e insuficiente, que sería recordado por la historia por la exhumación de Franco, que ni la conoce, más analfabeto que Zapatero y medio Congreso.
José María Lizundia 17 DIC 2024 7:0
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