jueves, diciembre 21, 2023

Laicismo e inadapatación a la vida, dos donaciones

Mi hijo que es un transterrado, sabe de todas las obras nuevas que hay, y ya aquí, ha ido a verlas, playas artificiales en la misma ciudad y no sé qué más, Me gusta dar esta imágen joven, de pandilla,  de mundanidad e informalismo, de ociosidad  y un moderado y decadente hedonismo.
De estar extracivitas, arrabalero y cantautor, de no saber nada de la oficialidad y lo institucional -casi una letra de Sabina- a estar volcado en la lectura y escritura.  A veces profecía, otras veces guerra.

Ahora todos dicen antes de levantar la sesión,  ¡a ver la foto! y Mónica acude rauda a dispararnos. El común, al menos en el Feisby que frecuento suele dejar constancias históricas de méritos, relaciones, acontecimientos, viajes atravesados todos de cultura esponjosa, yo devine a Feisby por mi colección de Ensayos Saharianos. Por lo demás, la praxis de  laicismo e inadaptación, van unidos. Según el filósofo Javier Gomá, que es paisano mío de nacimiento, vivió 3 años en la Villa de Bilbao, dice que consumó su adaptacion a la vida a los 53 años. 
Con la regalía de la inadaptación ocurre que es un prolegómeno para adaptarse plenamente a uno, de forma irrestricta, que diría Milei, sin las mediaciones de las requisitorias sociales, como el común coral-ifero. 

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