sábado, octubre 21, 2023

En Madrid por Akalay Nasser en la pensión de Raskolnikov

 Ya en Barajas, con Juan Royo

-Veo que no viene L, ¿ya te ha repudiado?

- En algo así creo que estamos- y se ríe

-Voy a un hostal en la calle Atocha que me ha costado 320 dollars 2 noches,  tengo la corazonada de dirigirme a la antesala del fin del mundo o el infierno

- Yo en otro en Hortaleza, carísimo

El taxista no ve el Hostal Castilla II, claro, no se puede ver porque es un 2º dcha, como antiguamente las pensiones de la  calle Amistad de Bilbao para marinos tambaleantes y cantaautores desafinados, alcohólicos y puteros.

Llamo a Juan: Qué.. (por el hostal)? 

-Deplorable, contesta. Que van  a escuchar Jazz a un garito

-Yo no, no es que no me guste el jazz sino que me deprime, como esta puta habitación,  me estaban entrando   ganas de saltar al vacío del patio interior y tener un final digno de San Petersburgo,  Dostoievski y el alma rusa inmortal.
Estamos en la plaza  de Santa Ana, Estoy contento, porque me he marchado de la pensión, le he llamado a XY, cámbiate, que le vas hacer, he buscado por la zona del Círculo de Bellas Artes, por las Cortes, por donde andaba. No hay nada. Por fin un apartahotel tiene habitación para dos noches, ¿Cuànto?. 720 . 
-¿Dos noches? Es que estoy huyendo de una pensión repugnante ya pagada. Señorita, no pretendo abrumarla con mis desgracias pero haga el favor de ver la fotografía de mi habitación (la de arriba) y se la enseño. La ve. 
-Humm... 680
- Hecho, voy a por la "valija", para hacerme  argentino y cosmopolita
-Tiene que pagarlo ahora
- Por supuesto, como si son 2 veces

Voy a la Calle Atocha 43, 2º derecha, no hay nadie ni la sudamericana de la recepción de pensión rusa finisecular del XIX, ni nadie, el pasillo alterna baño con habitación. La mía tenía baño de avión en sucio y degradado, corroído de insectos y bacterias.

En la plaza de Santa Ana con Juan  y acompañante, como estaba eufórico por el habitat encontrado  me debuto apoteósico  y sembrado, le digo a ella al despedirnos  

-A que soy simpático y gracioso. 

-Y que lo digas- me contesta riéndose

El jueves se desata el diluvio universal, que hubiera sido de mí en la hospedería. No salgo de mi apartahotel, leo y escribo enfebrecido, no paro de escribir (ya contaré). Hoy sí toca comer, pero en la parte de arriba de Las Cortes y en manzana aneja está la marisquería esta, El Barril.

A lo más podré llegar a la manzana inmediata, pantanos de Franco que se vacían de golpe caen del cielo. Entro en esa marisquería, No va a parar de llover y no voy a salir de aquí. Ingiero dos cañas, me siento en el comedor y miro la carta, hay un expolítico de Izquierda Unida, ganas de irme, y de entre tanta abundancia de marisco, me pido una ensaladilla rusa y croquetas
Pero cometo un error,
-¿Tienen una botella de vino pequeña?
- Si ¿Muga, le parece?
Me parece, cuando mucho mejor  hubiera sido que no me pareciera. Me dedico a observar a madrileños masculinos  y madrileñas femeninas (como enseña Gómez Font a distinguir), siempre prósperos/as, afables y sociables.
Pido la cuenta que es la de arriba, joder,  vaya dos días de desahogo.  Es sobre todo el  vino, 18 dollars una botella pequeña.

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