martes, junio 21, 2022

Mi artículo en EL Día: Lástima, haber sido antifranquista (y original mejor lectura)

A cuenta de la Comisión de la Memoria Histórica de Santa Cruz y catálogo. Si contra Franco vivo éramos unos pocos tirando a casi nadie, ahora con esta locura son aún menos, aunque en el poder, para, con Franco muerto, satisfacer profundos complejos psíquicos esmaltados de políticos, siendo la desconexión con realidad y presente psicótica.  Son parte de la elite política profesionalizada, una suerte de camarilla incapaz de enfrentar con solvencia una realidad social dinámica y creadora, proyectiva. Es tal su sectarismo totalizante que interpretan su teatral denuedo partisano como parte de una voluntad general, no siendo en absoluto así. Hasta donde yo conocí, su antifranquismo permaneció muerto también, pero sin sospecharlo, latente largas  décadas, al  atender aquellos opciones de vida real. Luego se desató un antifranquismo sobrevenido o  atrozmente fosilizado. La mitad de esta opereta la hace un individuo aislado en relación a su propia creación fóbica/erección satánica y está asistiendo al psiquiatra. Si como digo el antifranquismo fue  bastante testimonial (con represión), ahora es todavía más raquítico y alucinado, ajeno a las “necesidades y anhelos de las masas” (¿les sonará eso?). ¿Sabrán que contra el totalitarismo siempre hay totalitarios simétricos? Contra el Sha de Persia estaban Jomeini y sus guardianes de la revolución; Javier Pradera y Jorge Semprún, no precisamente sospechosos, reconocieron que en los primeros tiempos no eran demócratas, luego sí, pese pisar las cárceles franquistas.

Lástima también, por demasiado tarde, que ahora, en el año 2021, llegue la Comisión del catálogo de 80 símbolos franquistas, porque en 1980, en esa década, la siguiente, la del 2000, me visitaban familiares y amigos vascos que se quedaban estupefactos con los nombres del callejero/generalato de Santa Cruz. Hace no muchos años una trans-diputada con lustros de emolumentos del poder decía en el Colegio de Abogados, herida de acuciante antifranquismo fantasmático, que le daban ganas de coger una escalera y derribar los letreros de las calles. En Bilbao los letreros de bronce que reproducían el parte de fin de la guerra en el puente del Arenal fueron destruidos, no recuerdo si aun con Franco vivo. A una sociedad sana no le agobia el pasado, los fantasmas, las consignas anacrónicas, las recurrencias delirantes, sino el  presente y el futuro (de progreso).

El tosco primitivismo de esta esmirriada casta, que se representa a sí misma, ese estilo López Obrador de extirpación radical del pasado político-administrativamente, con tanto maniqueísmo escatológico de juico final anticipado, no solo agrede historia e historiadores sino a una sociedad mayor de edad, que abomina las dramatizaciones teatrales de una casta neurotizada. Con todo lo que odié a Franco, a él no le desprecié. ¡Dejadnos en paz!

 

No hay comentarios: