En plena efusión creativa, tras mi recinto amurallado,
surgen nuevas ideas, intuiciones, e inauditas líneas críticas y de argumentación
como vienen a ser los preliminares del sexo, que es cuando lo das forma y estilo, (no sé si entiende, no sé lo que digo) tras
la pulsión que se ha cobrado enhiesta todo su vigor asemejándose al tótem de los tohono de Arizona. Hola
Arizona, hola Espy, hi Tucson. Oyendo al Bob Dylan de mi época
Acabo de leer en El País el fragmento del libro de Rafael
Moneo (entre sus obras, la última vista por mí, la inmensa catedral de Los
Ángeles), de cuya publicación ya sabía. Este arquitecto
tan eminente -Premio Prizker de arquitectura) me confirma lo que más he destacado yo de la mezquita de Córdoba cada
vez que he estado -se lo acabo de recordar a XY-: el perfecto engaste de la
catedral en la mezquita de Córdoba, cómo gana el conjunto, cómo lo singular y
ajeno logra acomodarse en el conjunto. Es lo que siempre he destacado de la
mezquita, que ahora lo diga Moneo pues ha de significar que tengo cierta visión
estética arquitectónica. Sigue Dylan y en El País, mi interés por Al-Ándalus
Mi amiga politóloga colombiana, editora de la web cplatam
me hará el prólogo. Ya le he dicho que el libro estará para comienzos de año terminado. Esta es una época feliz por los contactos que se pueden tener sin salir de
casa, que es lo que hago yo habitualmente y aunque tengo casa como un
monasterio apenas traspaso mi celda. Últimamente justo cuando el largo verano está agotado subo a mi estudio de escritura a deleitarme con la estancia (creo
estar en la costa de Maine, años 50, tiene esa evocación) y las vistas sobre la
bahía y casi África. Por todos los espacios de los que dispongo podía estar
trabajando en distintos géneros a la vez.
A E. le suelo pedir una crónica de sus viajes. Entre otras
cosas porque si no, no cuenta. Esta vez por trabajo, porque por sin trabajo
también viaja de lo lindo, de Buenos Aires, donde vivió. Hace años cuando las
bodas de plata a punto estuvimos de celebrarlas yendo a Buenos Aires, no
Argentina: cataratas, peritos morenos y zarandajas. Yo tenía poco tiempo y con
mi propensión al desistimiento al final no fuimos: puse en cuarentena la ciudad
y otra vez ganas de conocerla. Es una atracción que siempre he tenido.
Eguiar nuevamente explota sus dotes de hacer con concisión
todo un reportaje de lo humano, la
anécdota (siempre lo más significativo, si sabes) y del lugar. Si escribiera en
morse introduciría lirismo. Son también microrrelatos.
"La discusión teológica en la obra de San
Agustín", así, al lado mío, tomando un café. Los argentos siguen siendo fieles al tópico.
En la conferencia (por cierto, mi ponencia un éxito)
hicieron derroche de sus cualidades y otros rasgos menos honrosos: verborrea,
informalidad, chulería, tendencia al neologismo si este resulta en la
duplicación efectiva del largo de la palabra y "puto amismo" por
doquier. Algunos siempre se salvan, no obstante. Siguen siendo simpáticos.
Y Buenos Aires como siempre una delicia en primavera. Las
jacarandas están exhuberantes y Puerto Madero ha crecido una barbaridad, pero
con mucho empaque. Ahora estoy en mi antiguo barrio - Botánico- y se mantiene
esplendoroso. También pareciera que se respira menos peronismo, lo cual era una
cuestión ya higiénica. Seguiremos reportando”.
Mi hermano, el
intelectual mundano
Mientras yo observo una vida monacal como en una zuaia o
morabito del Magreb, a todos los efectos, salvo el alcohol y la oración, mi hermano vive el
desenfreno de la sociabilidad desbordada, como si fuera un joven de
Vascongadas. Tiene una media novia que es Sra Advocat, un canon no
excesivamente estimulante: una esteticista de botellazo de barrio, es una starlet de Hollywood que
escribe novelas. El otro día le tuve que decir, (solo le veo los lunes al
enseñante intenso) “qué ¿te deja que le toques una teta? Ni se dignó
contestarme, ¿serán las dos?
Se hace el interesante conmigo, porque yo observo el
silencio, el aislamiento y habito en una zuaia en el desierto o en las montañas del Rif. Entre tanto queda con dos amigos también Srs advocts con los que
come una vez al mes y se bebe su medida: 600cl. No le arriendo esa ganancia. En el instituto tienen despedidas porque son muchos y otra vez al
mes se van a comer y a beber. Me dijo que uno se despide ya como él hace conmigo “a sus órdenes” (lo debe
repetir), tras yo hacerlo siempre con “perdón-gracias”. En su infatuación
progresiva me confesó que con esos sintagmas, que los provoco yo, está
aportando su impronta al instituto.
Ahora al margen de
los Srs advocats se siente satisfecho y mundano, y se permite tratarme
con displicencia, (yo no tendría mundo y él sí) hoy me he visto forzado a
decirle, bueno nos veremos en enero; a
qué hora, me contesta. Le he añadido en plan “Achtung, achtung”, sabrás que
esta nochevieja como somos muchísimos (vienen de Mijas, Italia y USA) tu silla peligra. Y como lo estás leyendo
ahora, te mando este mensaje: ándate con ojo.
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