domingo, julio 05, 2015

Sobre buenos y malos en el Tenis

El viernes se planteó un debate moral en el Tenis, que casi podría ser continuación del libro "Ética posmoderna" que tenemos para leer los de la tertulia Mácaros. Se planteó  en términos prácticos, supuestos de hecho y demás. No soy amigo de ejemplos o supuestos prácticos. Ni tampoco de principios o cláusulas generales, con los que siempre es muy fácil leer.
 Todas las razones que recibe el individuo es para ser bueno, la educación, el superego –la instancia (demoledora) de la censura-  que se enfrenta al ello (el deseo y el instinto) y se impone  al ego casi  siempre. La familia, los lazos parentales, el orden comunitario, las leyes (y ser temeroso de ellas como en la Biblia y EE.UU.) y la autoridad, el castigo, la elusión de riesgos o compromisos gravosos. Todas las instancias externas que luego se interiorizan  van encaminadas a hacer el bien. No hay ni se reciben justificaciones (siempre hay tarados que inoculan odios o consignas egoistas) para el mal. No hay ni un solo mandato externo orientado al mal.
El mal solo radica en nuestro interior, en nuestras pasiones e inclinaciones (y ahí acertó Kant), y si intervienen razones son para justificarlas.
No es nada fácil transgredir, por eso los transgresores suelen contar  de entrada con mis simpatías. Yo soy un transgresor menor: político y social, incluso nacional, lo que me ha costado mucho serlo. Es muy lento y gradual. Ser transgresor de joven es buscarte otra familia de acogida, de adulto son pasos en soledad sin   refugios de acogida.  También está  la transgresión o el mal en moral y costumbres. Yo como vasco tengo dosis elevadas de gazmoñería y pacatismo, que no he conseguido depurarlas. A cambio sí logré hacerme una persona auténticamente liberal y desprejuiciado, que sí lo soy.
Creo imprescindible distinguir entre moralidad y ética. La moral se conjuga con decisión, elección, juicio, libertad y remite a la esfera más personal y autónoma. La ética es código, legislación, sistema, costumbre, entorno, deontología,  como legislación se parece mucho a  la legal  y es heterónoma, por tanto no interna, personal, deliberativa sino  prácticamente reglada, códigos de conducta.
Creo que los actos más nobles, bellos y excepcionales se dan cuando la moral se rebela a la ética y legislación.  Cuando uno recibe un mandato interior sobre la acción humana a emprender que solo a ti concierne.
Sé que hay cosas que yo no haría en ningún caso, y otras que haría incluso a pesar del coste. Pero no quiero decir que yo en absoluto haría lo malo, porque sí sería capaz de hacerlo y lo he hecho, sino que tengo unos principios o valores que constituyen el reducto de mi dignidad y decencia. Creo que con que haya eso es suficiente. La moralidad carece de fundamentación, es algo previo. No es la única instancia comprometida en la razón práctica o conducta humana, pero es la que es, para mí la más valiosa, aunque socialmente insuficiente.
Ser bueno es extremadamente cómodo y conservador,  mientras ser malo no.
Por la determinación moral, que al ser relativo a la acción pudiera entenderse por política, a la contra, claro, es por lo que yo entro en guerras y escribo. Por eso soy mucho más ensayista que abogado, que no es mucho decir.
Otro día, sobre el moralismo: el código de prejuicios, aprioris y cláusulas generales.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

La moral se conjuga con decisión, elección, juicio, libertad y remite a la esfera más personal y autónoma. La ética es código, legislación, sistema, costumbre, entorno, deontología, como legislación se parece mucho a la legal y es heterónoma, por tanto no interna, personal, deliberativa sino prácticamente reglada, códigos de conducta."

Por eso la izquierda siempre habla de ética y soslaya la moral.

Salu2 EDH.

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Tal vez, pero está más o menos de acuerdo, ¿correcto?

Anónimo dijo...

¡Claro!

EDH