domingo, julio 26, 2015

Dos citas gigantescas en el Guggenheim






BASQUIAT



Jeff Koons es el artista vivo más cotizado del mundo. El perro  floral Puppy a la entrada del Guggenheim –Bilbao que era arte perecedero se ha ganado la eternidad junto a su caseta, como dice el chiste, que es el museo. El perro es de Koons, un dandy  guaperas y multimillonario, maduro, que  estuvo casado con  la actriz porno Cicciolina. Maneja los recursos más sorprendentes (por ominosos) del arte, y  es capaz de incurrir en el kitsch, lo grotesco y el mal gusto absoluto, para poderlos redimir  en el último momento con una emoción distinta y novedosa. No solo hace perros gigantes de flores sino hinchables de figuras animales de materiales de una textura lujosa,  satinada, pura, que se elevan a obras de arte. Lo que eran globos de figuras para niños muy bien hechos. Lo inusual, los objetos menos dignos, representaciones naturalistas sin aura artística alguna son trascendidos. Con guiños burlones, nos muestra su rastreo por el arte conceptual, el pop art, el surrealismo o el dadaísmo.
Koons tiene en  Nueva york a varios cientos de personas trabajando para él, realizando  imitaciones de clásicos de la pintura, experimentando  materiales, tratando los objetos más feos. Mientras en Jeff Koons todo es limpio, medido, perfecto, aunque sean reproducciones de obras naturalistas descontextualizadas y provocadoras,  Basquiat  festeja el caos, la superposición de elementos  y citas de arte primitivo, muchos signos  y grafitis, la factura de la obra de Basquiat es lo contrario a Koons: los restos industriales, las paredes degradadas, los signos elementales (o sea la idea o impulso). Pero junto a todo ello  en paredes  o dibujos de grafitis  en los que reinan   negros con lanzas o coches dibujados por niños, un  pintura hecha a grandes    brochazos  y salpicaduras  conforman  masas de color en confabulación de contrastes y unidad con  un mundo  sígnico tan extraordinariamente poderoso como los carteles luminosos de Times Square.
Si Koons  opera en un quirófano aséptico con  una intención subversiva, Basquiat  es un homeless que se cura sus heridas con mejunjes perniciosos. Murió por drogas a los 27 años cuando ya era un artista consolidado, protegido por Andy Warhol,  había entrado en combate con las fuerzas de elite de la transvanguardia italiana y los jóvenes salvajes alemanes. Años 80. Un mulato neoyorkino que casi solo conoció la calle.

3 comentarios:

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Ayer noche cita en el Venecia de La laguna, para viaje a Bilbao. instrucciones y consejos a ängeles y Rafa (el marqués nos repudió), vino el exinvitado, mi hermano. No le bajé a Santa cruz. Yo no soy una carga tuya y no dependo para nada de ti, cogeré el tren. Rafa y Angeles que iban a Tacoronte le bajjaro, y le dejarían en la puerta de la casa, seguro

José María Lizundia Zamalloa dijo...

La prudencia más elemental me compele a buscar un plan B para la parte final de mi viaje, que empezaré a barajar. Desde hace días no sé nada de mi contacto en Cádiz. Di un toque hace unos días sin obtener la más mínima respuesta.

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Pues sí, le dejaron en casa