Todos aquellos que citaban a Walter Benjamin tenían crédito
intelectual para mí. Leí lo referido a su estética, el concepto de aura en el arte, que
me parecía un análisis original, su infancia en Berlín y poco más.
Es un filósofo sin filosofía. Sin sistema. Lo suyo es lo
fragmentario, lo concreto, los hechos anodinos de la vida, su significado
dentro de su irrelevancia y reiteración. En todas sus facetas de pensamiento es
así.
He leído un libro sobre él del gran cabalista Gershom Scholem
del que fue muy amigo. Se refiere a sus
relaciones con las mujeres, que fueron intensas, pero que a él le hacían dudar.
Termina diciendo que una ex pareja afirmó de él que era como incorpóreo, que considera
un acierto de descripción.
Otro libro también sobre él, de Adorno, con el que participó en la célebre Escuela de Frankfurt
(la famosa Teoría crítica) también habla de la relación de Benjamin con su
cuerpo o materialidad. Le considera curiosamente casi acorpóreo y añade que era consciente de su propio ego como pocos,
pero que se mantenía alejado de su propio
cuerpo. Y que a pesar de su extrema individualidad, de apenas persona, era (el cuerpo)el escenario del
movimiento que acaecía en él y que fluía en el hablar.
Esa idea del ego y de la individualidad en absoluto se
constituye en el yo del existencialismo, sino que reniega de tal posición para afincarse en un cruce de caminos, en un lugar de tránsito y acaecimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario