sábado, enero 03, 2015

El tránsito de año

Las imágenes que se nos ofrecen del fin  de año, ya sean de Sidney donde comienza, de Times square de Nueva York o las ya más hispanas de uva –que nunca las he tomado- de la Puerta de Sol, rezuman un ritual profano y pre-apocalíptico, como corresponde a la reanudación de los ciclos, el mito de la renovación. Nada hay más mítico que el re-comienzo. Es lo que permite a volver a refundar el tiempo. El tiempo cíclico y no lineal.
Nosotros nos alejamos sin proponérnoslo de esa parafernalia, para celebrarlo en un clima cristiano y fraterno antiguo, propio de caldeos, armenios, maronitas, uniatas, coptos o primeros cristianos, tal la fraternidad y el amor que nos enlazaba como una respiración unísona y ceremonial en una comunión a la que solo le faltase la eucaristía y la campanilla. Parecía esas misas actuales en las que la feligresía se empalaga con apretones de manos, besos y otras cordialidades, que yo en esos escasos y obligados lances evito como puedo. Todos felices de encontrarse, parecíamos familiares de primer grado, bueno algunos estábamos. O descendientes de una misma estirpe reencontrados. No puedo colgar fotos, lo que me impide el reportaje fotográfico sobre la mesa y los manjares. El mejor restaurante vasco al sur de Madrid. El primero en llegar fue mi hermano con lo que no era un tetrabic, sino vino de rioja de cristal. Luego MH y A con altísimos productos vascongados: turrones de Zuricalday y jamón de máxima calidad. Nos besamos todos con todos, como si fuera la misa del gallo o la última cena.
OVERDRESSED
S bajo como una top model, toda piernas. Luego llegó otra, E-cita, toda de negro, principesca, con un conjunto de bordados negros dignos de Beverly hills. Le voy a dar el abrazo del oso y me dice, “con cuidado que voy overdressed”, y efectivamente estaba totalmente overdressed, ya el cosmopolitismo que tanto me encanta vibrando como una ráfaga de burbujas de champán. Me quede con overdressed para toda la noche, iba elegantísima. Y hablaba con S en inglés con mejor acento que en español. "Eh, eh, eh finish, que S también parla spagnolo". Parecíamos una camada de bulldogs con las babas inundando los belfos. Fer traía 6 botellas de champú y Rosita caviar Beluga, con un recipiente de alpaca creo para tal fin. Hacía unos días se había comprado –porque a los niños y a todos nos gustan los ahumados de Ikea,  un pseudo caviar, pero el Beluga es algo stradivarius –ya lo había probado. Nos pusimos hablar del esturión y del mar Caspio. Por qué el caviar es salado si el esturión es de un mar dulce como el Caspio. El único que podía llegar a una conclusión era Fer.
La mesa se puso para las ocasiones, el jamón de importación, -queso y pan para mi hermano- espárragos y alcachofas de Gutarra, tigres, que son esos mejillones vascos, que contienen además mero y bechamel fritos. Fer se comió 8 antes de sentarnos-, almejas, langostinos como en Sanlúcar y bacalao de la tienda ad hoc de Gernika que trajo E. La salsa a la vizcaína la hice yo –recibí instrucciones precisas –no soy de ese tipo de hombres cocineros guays, que se creen superiores-, y saqué la pulpa de los pimientos choriceros. Sacamos la bandera norteamericana sin que pasara nada, con los turrones y nos fotografíamos, pero no puedo colgarlas. Subimos arriba del complejo a brindar el nuevo año y ver la bahía. Luego bajamos al jardín, Rosita se cayó de espaldas con la silla, porque se hundió la tierra, pasamos frío y lo combatíamos besándonos todos de tan buen rollo. Mi hermano fue el último irse con MH y A. Lo que es la familia.
AÑO NUEVO
Se acabaron las preparaciones y el trabajo de días de cocina. Hicimos una reservación en el Hotel Nivaria, para los 6 (niños y MH y A). A las 2 en el casino de La Laguna el aperitivo. En mi caso y como se sabe, cerveza, luego vino, hacía el mismo frío que en Saint Moritz. En el Nivaria, que tenía estufas muy modernas, comimos y bebimos de maravilla. A las copas apareció nuestra antigua amiga Esmeranta –que es como le llamaba-,con su pareja que es un psiquiatra de carácter. Ella es psicóloga. Nos distanciamos sin que pasara nada, salvo que yo la perturbaba mucho, se lo dice a XY. No me conformaba con auto perturbarme, como perturbado, sino al parecer también lo hacía con ella, por culpa de la existencia misma. Se sientan con nosotros. Le pregunto al psiquiatra ¿tú qué eres biologicista, no? Esto hace 25 años hubiera supuesto llamarle directamente inculto y paleto. Me contesta con toda naturalidad: sí. ¿Sin formación psicoanalítica? “Sí, sí claro”. Es evidente que los siquiatras han regresado a la psiquiatría dejando aquel lado filosófico, que ni Wittgenstein les hubiera entendido nada. No ha pasado el tiempo, vamos Esmeranta y yo entrelazados como si no hubieran pasado 20 años para la Concepción, a tomarnos una copa. Igual de divertida e inventiva que siempre. Nuestra comitiva se topa con A. Doreste y Mari Carmen, me confirma que ya tiene el libro sobre Rusia que le recomendé y hablamos de Kirov, Kólstov y los procesos de Stalin. Ella se quiere quedar, pero él tiene al día siguiente examen de ruso. Lleva aprendidos 5 idiomas. No los habla, los lee. Ocupamos una mesa grande de 8.
DÍA 30
Me invitan unos amigos a su casa porque viene una antigua amiga, que estuvo destinada aquí. Estamos en la cocina, que es donde uno se siente más cómodo, porque no hay ninguna formalidad. Me alegro de verla igual de bien que hace 10 años, tan dulce, simpática y sonriente, y aún más de que le vaya tan bien la vida en todos los sentidos. No pensaba yo que le tuviera tal grado de simpatía y cariño. Salgo bastante después de que se marchara con su familia, reconciliado con el mundo, yo que casi siempre estoy en guerra.

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