Si ayer fue un día divertido, hoy ha sido venturoso, de forma: que a Termini. Estaba en el Castillo y un funcionario me dice "escritor", como el otro día un ex-sindicalista (de base) que se paró con la moto tras llamarme escritor y despacharse a gusto, no contra mí. Dicen escritor en lugar de articulista.
El de hoy me habla del artículo de ayer. El forma parte de esa pléyade de este país que en lugar de hacer oposiciones internas se liberaban, lo que comportaba mucho mayor asueto, ambulación y escaqueo. Y al mundo pongo por testigo de la exactitud del aserto.
Le digo ¿te ha gustado mi artículo? (sobre la casta más inadvertida). Me contesta que en algunas cosas está de acuerdo y que en otras no, pero que le gusta mucho la forma como escribo. Lo mismo me contó Rosita de su hermano el farmacéutico, que apenas me entendía pero le gustaba mucho como escribía.
Tengo dos grandísimas amigas que cuando valoran lo que escribo -cuando no lo hacen, malo, que es lo que más pasa con diferencia-, una siempre está de acuerdo con el contenido, y la otra siempre con la forma.
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